lunes 22 de septiembre de 2008
PARÁBOLAS DE LUZ,
ÁNGELES DE SEVILLA
1
Como podrán ver mas adelante esto que vamos a publicar es la recopilación de datos que se unieron para formar un libro que en su momento se escribió y ahora en un tiempo donde está mucho mas cerca el desenlace del porqué y el para qué de estos hechos, que no es una historia, es la única y verdadera historia que están viviendo un grupo de hermanos que creen sin lugar a dudas que está próxima la Segunda venida de Nuestro Señor y que por lo tanto nos toca preparar los caminos del Señor para cuando El crea oportuno hacer a la Luz lo que en su día fue escrito en el libro de la Sagrada Palabra.
No es fácil transmitir lo que desde hace aproximadamente 16 años estamos viviendo, pero lo vamos a intentar con la honestidad propia de la que estamos siendo formados desde 1992.
A Leopoldo—David, canalizador de la palabra de los Ángeles, alma y guía del Grupo.
A Lemura, Oxival, Zola, Azmiel y Azmanael, por sus mensajes, inspiración y guía.
ÍNDICE
PRIMERA PARTE HECHOS Y PROTAGONISTAS
Introducción.
CAPITULO I: LEOPOLDO. Antecedentes de la Hermandad de la Luz.
- Infancia.
- Juventud y madurez.
- Sentimientos religiosos.
- La escritura automática.
- Personalidad de sus Comunicantes.
- La gran Visión.
- La misión: primeros pasos.
- Las pruebas.
- Un hombre asistido por Seres de Luz.
- Primeros grupos.
- Leopoldo es DAVID.
- Y DAVID es "Uno de los Nuestros".
CAPITULO II: ANGELES DE DIOS FUNDAN EN SEVILLA LA "HERMANDAD DE LA LUZ".
- Antecedentes históricos.
- Los "Hermanos de la Unión en el Señor".
- La "Noche bruja".
- Una visión color naranja
- Primer mensaje: ZOLA.
- Mensaje de Adviento: LEMURA.
- Mensaje a los jóvenes: OXIVAL
- Reuniones domésticas.
- Invitación oficial.
- El "Si de los Ángeles".
- Primeras dudas.
- Nacimiento de "La Hermandad de la Luz".
CAPITULO III : DESARROLLO DE LA HERMANDAD DE LA LUZ: DISEÑO Y ORGANIZACIÓN.
1.992: Año Santo bajo el signo de Acuario.
Los orígenes de la Hermandad.
¿Una Nueva Alianza?
Titulares de la Hermandad.
Denominaciones y perfiles.
Misión de los Hermanos de la Luz.
Caracteres esenciales:
- sin líderes
- carismática
- universal
- esotérica.
- Organización.
- Liturgia de la Hermandad.
- "EL CARTION": naturaleza y significado.
- Primera ceremonia de "Entrega de Cartiones".
- A qué compromete el juramento.
- La diez Reglas de los Hermanos de la Luz.
- Nombres en clave.
- Número en clave: el "222".
CAPITULO IV: LA INICIACIÓN DE LOS HERMANOS DE LA LUZ (I): SUBIDAS A LA MONTAÑA.
- 1ª Subida: Subida de la fe.
- 2ª Subida: de la esperanza.
- 3ª Subida: de la caridad.
- 4ª Subida: del "amor dado, amor regalado".
- 5ª Subida: "Hablará el Ángel del viento".
- 6ª Subida: "Dones confirmados".
- 7ª Subida: aplazada sine die.
- Parábola de Luz
- Aplazamiento
- Cuatro durísimas escaladas.
- "La Puerta de la Pirámide".
- "El Circulo Blanco y el Circulo de Captaciones".
CAPITULO V: LA INICIACIÓN DE LOS HERMANOS DE LA LUZ (II):
PERIODO DE PRUEBAS.
- Sentido de las pruebas.
- Clasificación de las pruebas.
- Pruebas individuales.
— Pruebas de la mente.
— Pruebas del corazón.
— Pruebas de soledad, incomprensión y persecución.
- Pruebas de Grupo.
— Frustración en Pedrera.
- Se suspende la Programación.
- Interviene la Guardia Civil
CAPITULO VI: LAS VICISITUDES DE LA HERMANDAD DE LA LUZ.
- Fallos más comunes:
- Fallos de la mente.
- Fallos de los sentimientos.
- Incoherencias de la voluntad.
— Altibajos de la Hermandad.
- 1ª Fase: Marzo y Abril de 1.992
- 2ª Fase: Abril.
- 3ª Fase: Mayo
— 4ª Fase: Junio, Julio y Agosto.
— 5ª Fase: Septiembre y Octubre.
— 6ª Fase: Noviembre y Diciembre.
— 7ª Fase: Enero cíe i.993: Comunicación de Aniversario.
- Crisis de Leopoldo.
- "Ultima entrega de Cartiones".
- La gran reacción del Grupo.
- Los abandonos.
- Aviso para navegantes.
- El error de los Templarios y Rosacruces.
CAPITULO VII: LAS CREDENCIALES DE LOS ANGELES. (I)
- EXPERIENCIAS PARANORMALES.
Clasificación de las experiencias:
— los sueños.
— fenómenos de Luz.
— fenómenos de radiaciones.
— experiencias de olor.
— experiencias con el viento.
— curaciones.
— viajes astrales.
— éxtasis o trances.
— experiencias con coches.
— luz y sonido.
— nuevos médium.
— materializaciones.
-experiencias en "el Circulo Blanco".
CAPITULO VIII: LAS CREDENCIALES DE LOS ANGELES. (II)
LA TRANSFORMACIÓN DEL CORAZÓN.
— La pedagogía de los Ángeles.
— Elevación de las ondas vibratorias.
— Tiempo de alquimia: por los frutos los conoceréis.
— Contactados para una misión.
— De cómo se confirma lo dicho con muchos ejemplos.
CAPITULO IX: LAS CREDENCIALES DE LOS ANGELES. (III)
LOS COMUNICADOS.
— Características generales de los comunicados.
— Su estilo.
— Contenidos.
— Destinatarios.
— Finalidad:
- Transfiguración del presente
- Memorial del pasado
- Preparación del "Retorno de la Luz".
— Interpretación de los Comunicados.
— Impostores ambiciosos.
— Mentes dormidas.
— Reglas de interpretación.
— Valor de credenciales.
— Origen angélico y divino de los Mensajes.
CAPITULO X: LOS ANGELES DE SEVILLA.
— ¿Existen los Ángeles?
— Los Ángeles de Sevilla se definen:
— Naturaleza de los Ángeles.
— Los Ángeles y Dios.
— Dimensión humana de los Ángeles.
— Sus capacidades.
— Sus sentimientos.
— Diversidad de Ángeles
— Las Jerarquías Celestes.
— Cuatro Arcángeles.
— Ángeles de la oración.
— Ángeles de la Justicia.
— Ángeles Custodios.
— Ángeles Esenios.
— Ángeles Rosacruces.
— Ángeles del viento y el agua...
— Los Ángeles de Sevilla: Lemura, Oxival, Zola, Azmiel y Azmanael.
— Misión de los Ángeles de Sevilla.
— Los Ángeles no son francotiradores.
— La adoración de Dios.
— La ayuda a los hombres:
— Los Ángeles cultivan nuestros espíritus.
— Los Ángeles son nuestros Guías.
— Iluminan y llevan al Conocimiento.
— La vigilancia del Universo.
— La preparación del Retorno de Jesús.
— Las buenas maneras de los Ángeles.
— Tiempos de Ángeles.
SEGUNDA PARTE: LAS ENSEÑANZAS DE LOS ANGELES,
CAPITULO XI: EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA Y LA EVOLUCIÓN DEL ESPÍRITU.
— La evolución del espíritu: el despertar
— Evolución es dar primacía al espíritu.
— Evolución es dar primacía al espíritu sin descompensar la materia.
— Los anti valores de la materia:
- la ambición de dinero.
- la sed de prestigio.
- la ambición de poder.
- El combustible de la evolución:
- la oración.
- la meditación.
CAPITULO XII: LA BÚSQUEDA DE LA SABIDURÍA Y LA ARTESANÍA DEL AMOR
1. LA BÚSQUEDA DE LA SABIDURÍA.
— La Sabiduría anda suelta, pero está oculta.
— Esencia de la Sabiduría:
— es un don gratuito.
— es interior al hombre.
— es universal y nada sectaria.
— se manifiesta con sencillez
— es silenciosa.
— Los requisitos para adquirir la Sabiduría:
— el deseo.
— la interiorización.
— la conducta coherente.
— Fe y Sabiduría.
- 2. LA ARTESANÍA DEL AMOR.
— El amor es la única razón de la vida.
— Tres premisas de marcha.
— Amar es "ayudar sin esperar nada a cambio".
— Amar es "estar siempre en la brecha del necesitado".
— El amor no hace distinciones.
— Las diversas maneras de ayudar al prójimo.
— La rentabilidad del amor.
— El amor congrega y unifica:
— perdón.
— comunicación de sentimientos.
CAPITULO XIII: EL TALANTE DE LOS HERMANOS DE LA LUZ.
— Un hombre libre.
— Un hombre tolerante.
— Un hombre con alma de niño
— En simbiosis con la naturaleza.
— Un hombre de espíritu fuerte.
— Un hombre educado.
— Caminante de la esperanza.
CAPITULO XIV: PREEXISTENCIA Y EXISTENCIA DEL HOMBRE: ANGELES CON LAS ALAS CORTADAS.
1. LA PREEXISTENCIA.
- Somos ángeles.
- La nostalgia que nos invade.
- El hombre es un "holograma" del Universo Holográfico.
- Ángeles con las alas cortadas.
2. LA EXISTENCIA.
- Naturaleza del Ángel caído:
- Los restos del naufragio.
- Un ser original y diferente.
- Un ser de energías.
- Espíritu y materia.
- Dotado de cuerpo mental y emocional.
- Sentido de la existencia:
— Qué es la existencia.
- Claves hermenéuticas de la existencia:
- La dialéctica entre LUZ Y TINIEBLAS.
- La Experiencia del ÉXODO.
— Equipamiento del hombre para vivir en la tierra:
- La Gracia de Dios.
- La fuerza del corazón limpio.
- Los Carismas del Espíritu.
- La SANACION ESPIRITUAL.
CAPITULO XV: LA POST-EXISTENCIA DEL HOMBRE. EL MAS ALLÁ Y LAS POSTRIMERÍAS.
— Sentido de la provisionalidad, alta tensión escatológica.
— Las postrimerías del ser: generalidades.
— La muerte no existe.
- El Juicio: ideas clarificadoras.
- ¿Infierno para siempre?
- La Vida _Eterna.
— La Reencarnación:
- entre la esencia y la existencia.
- El testimonio de los Ángeles.
— La reencarnación es justa y necesaria:
- "El llanto del Padre".
— Siete vidas rompen la raíz familiar.
- Programación de una nueva existencia,
— Oportunidad para aprobar asignaturas pendientes.
- La Ley del KARMA.
CAPITULO XVI: LOS ANGELES HABLAN DEL UNIVERSO.
- 1. EL UNIVERSO: PUERTAS DIMENSIONALES Y HABITANTES DEL UNIVERSO.
- Origen y sentido del Universo.
- Otras dimensiones o habitats
- Dos mundos.
- Puertas dimensionales.
- El Astral.
- Los Agujeros Negros.
- Habitantes del Universo.
- Los Ángeles apuestan por "la Hipótesis Gaia".
- Significación del espacio y el tiempo: Cronos y Kairos.
- 2. LAS LEYES DEL COSMOS.
- Aspectos generales de la Ley Cósmica.
— La primera Ley: la Ley del Amor y la Unión
- Las Leyes Herméticas, según los Ángeles:
— Ley del Mentalismo.
— Ley de la Correspondencia.
- Ley de la Vibración.
- Ley de la Polaridad.
— Ley de Causa y Efecto.
CAPITULO XVII: TIEMPOS DE APOCALIPSIS.
Apocalipsis y escatología:
- alegato contra el milenarismo. Señales de alarma:
- Una década para las fuerzas del mal.
- La Luz se ha apagado.
- Confusión y deshumanización.
- Últimos coletazos. Tiempos de Apocalipsis:
- Significación del Apocalipsis.
- Señales apocalípticas en la tierra: la venganza de Gaia.
- Señales de Apocalipsis en los cielos. La escatología de los Ángeles: el final de unos tiempos.
- El Retorno.
- El Juicio.
- La Sentencia.
Nuevos tiempos y Nueva Tierra:
- No al catastrofismo.
- El futuro del hombre está en sus manos
- Tiempos Nuevos—Nueva Tierra.
CAPITULO XVIII: PROGRAMACIÓN EXION-99.
- Importancia y misterio de EXIÓN—99
- Significado y alcance de EXION-99.
- Exión es lugar seguro.
- Exión es proyecto de Dios.
- Exión es transfiguración colectiva.
- Exión es información privilegiada.
- Las claves de EXION-99.
- EXIÓN es CON/EXION
- EXIÓN es MONI/EXIÓN
- EXIÓN es EXENIO
- EXIÓN es MOIXE
- EXION-99
- EXIÓN y Juan el Bautista.
CAPITULO XIX: INSPIRACIÓN CRISTIANA Y ESOTÉRICA DE LOS MENSAJES. (I)
- 1. EL DIOS de los Ángeles de Sevilla.
- Dios no hay más que uno.
- Dios es Trinidad de Amor.
- Dios es Energía Personal que crea y salva.
- Dios está en nuestra intimidad y en nuestra conciencia.
- Dios es Providencia.
- DIOS ES NIPÍO.
- 2. LOS ANGELES CREEN EN JESUCRISTO.
- Jesucristo y la Religión Universal.
- Diseño global de Jesucristo.
- Jesucristo, Principio de la Luz y la Vida.
- Jesucristo, sentido de la Vida y horizonte de la historia.
- 3. EL AMOR DE LOS ANGELES A MARÍA, MADRE Y VIRGEN.
- Donde está la virgen no hay secta.
- María es la Madre de Dios.
- María es MADRE Y VIRGEN.
- María, "abducida a los cielos".
- María, Madre de los hombres y del Universo,
- Los Ángeles dan testimonio de las apariciones.
- Los Ángeles promueven las devociones marianas.
- Ángeles, Semana Santa de Sevilla y ESPERANZA MACARENA.
CAPITULO XX: INSPIRACIÓN CRISTIANA Y ESOTÉRICA DE LOS MENSAJES. (II)
- 4. LOS ANGELES HABLAN DE LA IGLESIA.
- Comunicado escalofriante.
- El pensamiento de los Ángeles sobre la Iglesia:
- Diagnóstico de urgencia.
- No divorciaros de la Esposa de Cristo: Es Una y Universal.
- Una nueva filosofía para la Casa de Dios.
- 5. FIDELIDAD A LAS SAGRADAS ESCRITURAS.
- Citas globales.
- Referencias constantes a la vida de Jesús.
- Citas textuales de la Biblia.
- Uso libre de los textos.
- 6. LOS ANGELES HABLAN DE LAS RELIGIONES.
- Crítica de las Religiones.
- Sus valores.
- La Iglesia y la Religión Universal.
- La religiosidad popular.
- 7. INSPIRACIÓN ESOTÉRICA DE LOS MENSAJES.
- El magisterio esotérico no es una alternativa a la Palabra de Dios.
- Los Mensajes revelan la dimensión esotérica de los Libros Sagrados.
- Esoterismo de Esenios.
- Significación esotérica de la Montaña.
- Esoterismo del lenguaje.
- 8. CONCLUSIÓN.
INTRODUCCIÓN
"Lo que hemos visto y oído no lo podemos silenciar". Es tan sorprendente todo lo vivido, que será muy difícil que el lector lo pueda aceptar sin más. Y bastante tendremos que agradecer si en sus apreciaciones solamente nos tilda de locos y megalómanos.
No son exageraciones de hombres del sur, de fantásticos y locuaces sevillanos, enfebrecidos por las altas temperaturas del gran evento de la Exposición Universal. Los que a priori no están por la labor de admitir "zarandajas y cuchufletas de visionarios e iluminados", argumentarán su rechazo con razonamientos tópicos, precocinados en los hornos de una ciencia, sometida al imperio de paradigmas en decadencia.
En Sevilla están ocurriendo cosas muy importantes, que afectan directamente al futuro de la humanidad... Por ahí puede asomar la megalomanía. Ángeles de Dios "planean" por los cielos sevillanos buscando hombres y mujeres que se apresten a reeditar en años venideros, muy cercanos, la palabra y el trabajo de Juan Bautista: preparar los caminos de Jesús, que vuelve... Por ahí asoma, descarado, visionario, la alucinación, la locura colectiva, el Apocalipsis truculento y teatral...
Sin hacer ruido, silenciosos, semilla oculta en los surcos de la tierra sevillana, los Hermanos de la Luz transforman en corazón de carne sus corazones de piedra, bajo la tutela segura y estimulante de unos Ángeles, alquimistas ellos, que se hacen llamar Lemura, Oxival, Zola, Azmiel y Azmanael... Sus comunicaciones son frecuentes; sus señales, multiformes y plenas de evidencia. Somos testigos de un impresionante fenómeno de "channeling" de los mundos angélicos o del "Más Allá", con los mundos del hombre que habita el planeta tierra. Y no es el morbo o la curiosidad humana el objetivo de tan excepcional comunicación. Los Ángeles vienen de parte de Dios; son sus mensajeros por definición. Y se nos están manifestando para cumplir con diligencia y fidelidad un proyecto del Padre, elaborado meticulosamente.
Los Ángeles nos invitan a escribir un libro.
Los rigores del invierno parecen ir cediendo y la semilla comienza a manifestar el primer fruto de su tallo verde, pequeñito, tierno, inmaduro... Es hora de aparecer a la luz pública. Que no se ponen las luces bajo la mesa, sino sobre el celemín evangélico. Los Ángeles lo tienen todo bien atado... Un día se dirigen al grupo en los siguientes términos:
"Pensadlo; pues si dais un sí a todo lo comunicado y a lo mucho que está por llegar, escribiréis un libro. Lo dejamos a vuestro gusto, sutileza e inteligencia. Lo llamareis "La salvación es la parábola".
(Zola, 22.4.92).
Y nos invitaron a nosotros, que nunca hemos intentado escribir. Sin embargo, comprendimos que la invitación no era cuestión de gusto y aptitudes, sino más bien de sentido de responsabilidad y de toma de conciencia. No podíamos negarnos, aunque grandes fueron nuestras resistencias instintivas. Es ésta ópera prima de autor, sorprendido en la magia envolvente y liberadora de palabras llovidas de cielos muy altos, de planos dimensionales inundados de Luz que jamás ciega. Neófitos de la pluma, conscientes de nuestras limitaciones y de la calidad y cantidad de nuestros mimbres, afrontamos el compromiso, confiando en la asistencia y en la Luz de nuestros celestes Comunicantes.
Apenas fueron captadas las vibraciones afirmativas de nuestra mente, los Ángeles anunciaron de inmediato que "Parábolas de Luz" era el primer libro de una trilogía.
"Seguiremos comunicando en esta línea para "El Retorno" y prometemos que "El Triunfo" llegará.
(Azmiel y "los Siete", 1.5.92)
En la carátula de los dos próximos libros, sendos títulos para completar la trilogía: "El Retorno de la Luz" y "El Triunfo de la Luz".
Cuando faenábamos buscando la estructura de este primer libro, nos llegó una seria advertencia de los Ángeles para desalojar de nuestra mente cualquier intención crematística y orgullosa. Las consecuencias podrían ser contraproducentes.
"Encargamos muchos libros. Unos dieron el fruto apetecido y otros, sabores amargos". (Oxival, 18.9.92)
No existe, ni nuestros hermanos de “arriba” lo permiten que el dinero circule en nuestra Hermandad. El dinero es causa de divisiones y sobre todo en una Hermandad donde su premisa es la evolución espiritual. Es aquí donde no nos permiten contemplar ni tan siquiera pedir al grupo una pequeña cantidad de dinero para comprarle unas flores a nuestro altar. Aquel hermano que tenga interés en adornar el citado, individualmente si puede comprarlas, pero nunca pedir dinero a los hermanos. Es esta una palabra que está totalmente prohibida, ya que si el pedir dinero estuviere permitido, este grupo seria lo más parecido a una secta y nada más lejos en los pensamientos de DIOS.
Satisfechos con la buena disponibilidad demostrada, Lemura promete ayuda y luces abundantes y me lanza una segunda advertencia: no faltarán "críticas malolientes", a las que, en su momento, no deberemos prestar la menor atención.
"Y para ti. Grupo querido, os damos señales de un conocimiento que ya teníais y que ahora agudizamos. Podéis sacar apuntes de todo lo dado. Sobre "El Retorno de la Luz" te decimos que no debes prestar atención a los pensamientos y críticas malolientes. Lamentamos la envidia y el egoísmo de muchas de estas perlas negras. Pedid con amor, para que la Luz os saque de cualquier duda. Y para ti, Luz del amor, Luz de la caridad, Luz de la fe, Luz de la misericordia, Luz de la virtud, Luz de la vida, Luz de la esperanza. Damos de la Luz de Rafael, de la Luz de Gabriel, de la Luz de Uriel y de la Luz de Miguel".
(Lemura y otro Hermano, 3.6.92).
Reconfortado con estas palabras, el grupo se puso a completar los comunicados generales con otros muchos dirigidos a personas en particular. Rápida y diligente fue la colaboración de los Hermanos de la Luz. Una vez en posesión de toda la documentación posible, —era muy difícil localizar a cuantos habían recibido un mensaje— nos dedicamos a trocear el abundante material acumulado, almacenando fichas y más fichas...
A los pocos días, inesperadamente, y acomodándose a las vicisitudes del tiempo y a los modos humanos, los Ángeles ensayan nuevos títulos para este primer libro.
"Parábolas de Luz" es título que también agrada. Deseáis como deseamos. Son diálogos de Ángeles. Ángeles que cuando el Padre lo ordena, pisan la tierra, conviven los Seres de Luz y se hacen materia; escuchan vuestros diálogos y ven vuestros hechos. Comparten los sentimientos y trabajan a vuestro lado. Pero jamás intervienen en vuestro libre albedrío..."
(Azmiel y los Siete, 1.5.92).
Dos días más tarde sugieren: "Parábolas de Luz", "La Luz se hizo parábola"... como prefieran titular los Hermanos. No deseamos discusiones. (Lemura a una Hermana, 3.5.92).
Dos palabras ' van ganando consistencia: "parábola" y "Luz". Once meses después, conocida la evolución del pensamiento del grupo, Lemura da por concluida la búsqueda del título más adecuado:
"Daréis un nuevo titulo: "Parábolas de Luz. Ángeles de Sevilla". (Lemura, 27.4.93).
Y así quedó definitivamente.
Cuando la Luz penetra la materia, ésta se convierte en parábola, en símbolo, en signo y significación. El Verbo se encarnó en la materia y se hizo parábola. Toda la creación es parabólica, en ella se repliega la matriz de todo lo creado, en lo visible está encerrada la huella de los mundos invisibles... Aprovecharemos el rico filón semántico.
Los Ángeles nos van dando los ejes fundamentales del discurso, para que no nos desviemos un ápice de sus intenciones.
"De la información recibida, sacaréis el jugo necesario para "Las Parábolas", comienzo de un mensaje en Luz para los que buscan la Verdad. Es deseo de muchos que dirijamos palabras de vida y os daremos la semilla "del que resucitó de entre los muertos", para que germine en amor y dé el gran consuelo a todos los afligidos de este mundo vuestro, llamado Tierra.
"Yo, Azmiel, con mi Hermano Lemura, el que dirige la morada de Luz "Exilon", estamos autorizados a dar a nuestros Hermanos de la Tierra unos comunicados que serán escándalo para muchos y un gran consuelo de amor, espiritualidad, verdad, Luz y amores para otros". (Azmiel y los Siete, 1.5.92)
Los Ángeles tienen muy claro quiénes son los legítimos destinatarios del mensaje contenido en el libro:
"Sólo pedimos amor y sólo deseamos que "Parábolas" llegue en su esencia a lo más profundo de todos aquellos que buscan la verdad". Azmiel, 11.5.92).
Los resultados del trabajo van tomando cuerpo poco a poco. El grupo quiere saber si el camino emprendido es el correcto. Y recuerda que cuando aceptó el delicado compromiso de escribir el libro. Le aconsejaron que utilizaran su ingenio y esperaran el "visto bueno" de todo lo elaborado.
"Utilizaréis vuestro ingenio y, según veamos, iremos autorizando y dando información. Lo astral comparte y entra en el espíritu. Todo está atado. Hasta el último de vuestros cabellos está contado. La semilla germina y da frutos con aromas de madre, cuando es regada con las lágrimas del amor. Es Madre la tierra; es Padre el Creador. Somos Hermanos en la Luz; somos Hijos del Amor". (Azmiel y los Siete).
Y así fue sucediendo. Allá por el mes de agosto de 1.992 recibíamos las primeras impresiones angélicas sobre el trabajo hasta entonces realizado.
"Mucho nos agrada el fino e hilado trabajo que se está formando en letras de amor, Luz e intuición. Será refrescante para muchas conciencias, que están dormidas, en la Luz, la Verdad y el Amor". (Oxival, 26.8.92).
El libro iba tomando forma y engordando a salto de mata. Nuestro horario de trabajo y otras responsabilidades adyacentes en el Grupo, limitaba las horas disponibles para madurar más de prisa la criatura engendrada en nuestro seno.
Por fin podíamos entregar el primer capitulo a Leopoldo—David para que nos hiciera llegar a través de su acción mediúmnica, 1a opinión de nuestros Guías.
"Luz verde para el camino. Despertareis muchas conciencias dormidas. En verdad escribís. Vuestro talento dormido salvará muchas almas..."
(Lemura 27.4.93).
Sucesivamente fueron llegando nuevos capítulos. El visto bueno nos llegó por medio de la escritura automática en los siguientes términos:
"Para vosotros. Fijamos vuestra fe; damos aliento. Vuestra honradez complace y vuestra forma de expresar nos hace sonreír en paz.
Luz, amor y unión. Seguid; no quitamos ni ponemos. Vuestro lenguaje es sencillo y claro. Entrará en los corazones y muchos, que están muy cerrados, los abriréis. Os lo aseguramos. Estáis dando Verdad y estáis confirmando deseos del Padre y misiones encomendadas a Ángeles..." (Lemura, 4.6.93).
El pasado mes de agosto de 1.993 tuvimos oportunidad de encontrarnos con Leopoldo—David en casa de una Hermana. Le entregamos los resultados de nuestros últimos esfuerzos y pedimos, por última vez, orientación. La respuesta fue rápida, breve y la "escritura", radicalmente automática. Varios fuimos testigos.
¿Hermanos, referente al libro, podéis comunicar? Sí. Estamos con vosotros. Seguid. Os amamos. Sois Guerreros en el amor del Padre". (2ola, 11.8.93).
Cuando, por fin, Leopoldo-David tuvo el libro completo en sus manos, las lágrimas rodaron por sus mejillas, como en otras ocasiones. Y nos dijo: tengo que llevar el libro a la montaña, y de allí no he de bajar hasta que me lo sellen con su aprobación. . . '
A ninguno nos ha sorprendido. Por eso jugamos fuerte. Siempre legítima, sea cual fuere el resultado. Nuestro papel consiste en dar testimonio puntual de lo ocurrido. Y a eso nos atenemos con fidelidad y respeto.
Y lo volvemos a repetir. Vaya por delante que este 1iDro tiene un carácter testimonial. Queremos y debemos contar lo que está ocurriendo aquí y ahora. Y por mucha carga subjetiva que arrastre el testimonio, nos gustaría quedara claro, desde el primer momento, que hablamos de hechos "objetivos". A estas alturas, nos resulta imposible entender todo lo que nos está ocurriendo Dos los caminos hermenéuticos de la psicología moderna. Sencillamente porque sus interpretaciones no responden con justeza a lo que hemos vivido, tanto en privado como en grupo.
Cuando los Hermanos de la Luz afirman que los Ángeles se están manifestando en Sevilla de mil maneras, no piensan en ningún momento que se trate de "personificaciones de los transmisores de los contenidos del inconsciente colectivo"; de "personificaciones de la llegada a la conciencia de algo nuevo, que nace del inconsciente profundo". Cuando dicen "Ángeles", no los están equiparando a esos "habitantes del inconsciente, que se dan a conocer en sueños, fantasías y visiones". No somos nadie para minimizar la enorme importancia y el alcance interpretativo de la psicología profunda del esotérico Juan. Pero no nos cabe en la cabeza que lo que estamos experimentando sea simplemente "una erupción general de arquetipos", "experiencias internas de naturaleza numinosa, que conectan al hombre con el mundo arquetípico del inconsciente". Los que han visto, oído, sentido, palpado, olido, personalmente o como grupo, no tienen ni remota idea de cómo ellos mismos han podido "producir o crear entidades psíquicas", aunque lleguen a aceptar sin reticencias que toda idea es "inherentemente psicocinética o psicoplástica", es decir, que tiende a materializarse... Los Hermanos de la Luz no creen que sus experiencias sean un "producto psicocinético de la mente inconsciente del Grupo", "simple manifestación de una alteración en el inconsciente colectivo". Tampoco nos resignamos a ver a nuestros Ángeles como "los reconciliadores psíquicos de la vida inconsciente con la consciente"; como "los reconciliadores del mundo de los sueños con el de nuestra vida diaria".
Sin embargo, no podemos negar ciertas semejanzas y el hecho de que en algunos individuos concretos la interpretación psicológica de Jung haga perfecta diana.
De todos modos, no estamos por la labor de caer en el reduccíonismo psicológico de querer encontrarlo todo suficientemente explicado en el cajón de sastre del "Inconsciente colectivo". Las posturas preconcebidas, las ideologías materialistas, salvajes reductoras de mundos invisibles a los sentidos de la materia, difícilmente podrán aceptar la objetividad de cuanto estamos viviendo. Las ilusiones, las alucinaciones, las proyecciones de la mente, los sueños, el exceso de imaginación, los productos de la fantasía y la necesidad psicológica no explican, ni de lejos, la "realidad objetiva" de todo cuanto estamos experimentando, sin antes comerlo ni beberlo.
Creemos que los Ángeles que nos visitan son "entidades auto existentes", inteligencias vivientes, que proceden no de mundos eterices, sino de altísimas dimensiones inundadas de Luz divina, de la que son sus Mensajeros; campos de conciencia personales. Seres de Luz muy espirituales, que viven en la presencia de Dios, de quien proceden, y no del Inconsciente colectivo. A ellos los consideramos nuestros Maestros inmateriales. Guías Ínter dimensionales que están llenando de Luz nuestras mentes, que despiertan y expanden nuestra conciencia y que vienen de parte de Dios para cumplir una misión e involucrarnos libremente en ella.
Algunas observaciones.
El lector es muy libre de pensar lo que quiera. Pero sentiríamos mucho que se acercara a las páginas de este libro con el prejuicio de la secta en el entrecejo. Damos testimonio para unir y no para separar. Somos "simbólicos"; jamás "diabólicos". Un día, Oxival nos dijo: "Permaneced unidos en Cristo y su Casa jamás se extinguirá; amaros los unos a los otros y su Hogar no se derrumbará; no divorciaros de su Esposa y las estrellas no caerán"... (Oxival, 16.1.92).
Sólo la mala voluntad, el empecinamiento y la profesión de una ortodoxia artrítica y esclerótica podrían tacharnos de sectarismo. Porque las razones de nuestra inocencia son evidentes. Nos remitimos a la lectura desapasionada del libro. En ella encontrará sobrados argumentos para desechar cualquier duda al respecto. Ninguna de las características de la secta tiene nada que ver con el talante de los Hermanos de la Luz. Ni seguimiento ciego del líder, que no existe; ni apartamiento de la familia, que estimamos "lo más importante del Universo"; ni holocausto de la racionalidad y la libertad, porque todos debemos "respetar la libertad de acción y pensamiento de cada Hermano"; porque muchas son las ramas del Árbol de la Verdad; porque muchos son los caminos que nos llevan al corazón del Padre; porque todo Hermano tiene la puerta abierta para entrar y salir, sin complejo alguno de culpabilidad...
Acérquese a nuestra experiencia con alma de niño y prudencia de adulto y le aseguramos que sabrá encontrar las razones de los Ángeles. El susurro de su voz le invitará a despertar y expandir la conciencia en Luz, unión, amor y paz.
Por otra parte, siendo el libro esencialmente testimonial, no esperamos encontrar un enfoque científico y riguroso. Deliberadamente hemos suprimido toda cita a pie de página. No queremos entorpecer la frescura directa del testimonio y el sentimiento. Sin embargo, la abundancia de "pathos" nunca irá en detrimento del "loaos".
A lo largo y ancho del libro, el lector encontrará abundantes citas de Ángeles. Responden a las numerosísimas comunicaciones de nuestros Seres de Luz, recibidas a través de la escritura automática o psicográfica de Leopoldo—David. Las leyes de la gramática nos han obligado en algunos momentos a introducir ligeros retoques, que no afectan lo más mínimo al sentido original del texto. Siempre bajo la supervisión de nuestro "médium", tan humilde en humanidad como firme en su fe.
Esperamos que el libro remueva conciencias más que la bilis del cuerpo. Es posible que algunos textos resulten chocantes. Para esos momentos nos atrevemos a pedirle controle su plexo solar y reflexione sin prejuicios. Desde aquí, nuestras más rendidas gracias, porque a veces le resultará la tarea bastante ardua. Y sean cuales fueren sus reacciones, nosotros le prometemos no alterarnos, porque nuestras expectativas son muy modestas: ni nos impulsa la ilusión del éxito, ni nos atemoriza la sensación del fracaso. Tan solo queremos dar testimonio en luz, amor y obediencia. Me parece que fue el filósofo Schopenhauer quien formuló sabia sentencia, digna de tener en cuenta: "las nuevas verdades, al principio hacen reír; luego se las combate y, finalmente, se las acepta como un hecho probado".
PARTE PRIMERA HECHOS Y PROTAGONISTAS
CAPITULO I
LOS HERMANOS DE LA LUZ: ANTECEDENTES
LEOPOLDO
Algo muy grande está ocurriendo en Sevilla. Precisamente en la Sevilla de la EXPO-92. ¿Pura coincidencia en el calidoscopio de la vida? Supongo que no, porque no creo en las casualidades. Sin embargo, descarten toda similitud con el mastodóntico montaje de la Exposición. Nace a la vera del Guadalquivir. Inicia modestamente su singladura, y no hace escala en la isla y puerto de la Cartuja. Tiene la grandeza de las cosas sencillas y humildes. Y a poco que los Hijos de la Luz cumplan con la Programación de los Ángeles, los pueblos serán testigos de la exaltación del humilde de corazón, que tiene alma de niño. Importantísima misión de unos hombres de a pie, para tiempos de Apocalipsis cercano. ¿Aguantaremos el tirón? ¿Tendremos fe suficiente para hacerlos dignos de la colaboración que se nos pide?. En Sevilla y en los días de la Exposición Universal ha nacido un proyecto, diseñado en el seno del Padre y entregado a los Ángeles, Mensajeros divinos, para su correcta y fiel ejecución en la tierra.
Y entre los mundos invisibles, que organizan la "Gran Movida", y los mundos visibles en los que dormitamos bajo el peso de la materia, egoísta y despreocupada, un conserje sin relevancia social y política, sin vitola de santidad acreditada, como protagonista principal de los hechos que a continuación pasamos a contaros.
En la confesión de fe cristiana que solemnemente proclamamos todos los domingos, decimos y afirmamos creer en el Dios Padre, Creador del Cielo y de la Tierra, de todo lo Visible y lo Invisible; y en el Credo más simple y primitivo de la Iglesia, llamado "Símbolo de los Apóstoles", profesamos nuestra fe en la Iglesia Católica y en la Comunión de los Santos. La reflexión teológica, que no da un paso adelante sin antes confirmar la solidez del terreno que pisa, no ha profundizado aún en la hermosa comunicación que se produce entre esos dos mundos, en la manifestación directa de la "comunión" de fe y de vida existente entre los Seres del "Más Allá" y los hombres del "Más Acá". De esta vivísima comunicación entre lo visible y lo invisible, entre los Ángeles de Dios y los hijos de los hombres, queremos hablar y dar testimonio, a invitación de los Seres de Luz que moran en la presencia de Dios y que están utilizando la mediumnidad de un hombre, socialmente irrelevante, nacido para la eternidad.
Se llama Leopoldo Cortés Barroso. Y nació en Sevilla un veinticuatro de noviembre de 1943. Estatura media, tirando a bajito. Ojos color castaño que miran de frente. Pero no es altanero. Todo lo contrario. Su nombre en clave es DAVID. En otro momento explicaré qué quiere decir eso del nombre en clave. David tiene que ver con humildad y triunfo de lo pequeño frente a la altanería y la prepotencia. David es su esencia espiritual. Un hombre radicalmente sencillo, tranquilo, a veces interiormente tenso, capaz de reacciones imprevistas, y fácil al desaliento. Un hombre machadianamente bueno, incapaz de ofender o hacer daño. Por no querer contradecir a nadie, puede parecer influenciable, hombre que se atiene a la última opinión recibida. Pero eso es sólo en apariencia; porque Leopoldo sabe muy bien lo que quiere, a qué ha sido llamado y en eso no está dispuesto a ceder un ápice. Conoce muy bien a qué ha venido al planeta Tierra, cuál es su misión y cómo tiene que desarrollarla. Leopoldo es un hombre seguro en todo lo que atañe a su misión. Pero con una seguridad que nace no del dogmatismo y la intolerancia, sino de su fe inquebrantable en Dios, en María, Virgen y Madre, en los Seres de Luz que lo han preparado, lo asisten y guían.
En pocas palabras, Leopoldo es un hombre seguro por su fidelidad a lo que le viene de arriba. Es, finalmente, un hombre firme y sólido en sus convicciones, porque está muy bien dotado para cumplir con la misión encomendada. Es un médium larga e intensamente preparado por Seres de Luz, por Mensajeros de Dios, por Ángeles. Admitimos de entrada todas las dudas del amable lector, así como también esperamos que se le disipen al calor de sus mensajes, de su coherencia y de su testimonio.
Su infancia.
No fue nada fácil la infancia de este hombre. A la temprana edad de siete u ocho años o tal ves menos, —son fechas que no recuerda bien o que su subconsciente no quiere recordar-sufrió la separación de sus padres. A consecuencia de ello, estuvo viviendo alternativamente con sus abuelas paterna y materna. El siempre prefirió a su abuela materna, económicamente menos acomodada, pero mucho más cariñosa.
Sin embargo, las desgracias no vienen solas. No fueron pocas las enfermedades que tuvo que superar. Siendo monaguillo de la iglesia parroquial de San Pedro, donde se bautizó, enfermó del pulmón. El triste recuerdo de aquella época ensombrece su rostro y opta por callar y pasar a otras vivencias más reconfortantes. En cierta ocasión fue a bañarse al Guadalquivir con unos amigos y tuvo tan mala suerte que cayó al rió, empujado en el juego por alguno de ellos. Y sin que nadie se diera cuenta, fue tragado por un remolino. Comprendió que se estaba ahogando; sintió que moría a la par que una sensación sumamente agradable invadía todo su ser. Pero no había llegado aún su hora. Una mano desconocida lo agarró fuertemente por el pelo y lo liberó de las entrañas de un río culto y mansurrón, que todos los años exigía tributo de vidas humanas. Al despertar, se encontró tendido en la orilla contemplando el rostro asombrado de sus compañeros. Leopoldo recuerda este extraño bautismo de muerte y resurrección como una especial providencia divina.
Sus recuerdos de niño no son los propios de una vida escolar normalizada. Fueron muy pocos los meses de colegio. Pocos y no buenos. Con frecuencia tenía que dejar de ir a la escuela para atender a necesidades más perentorias.
—Estudié con los Escolapios en la sección de gratuitos — nos dice-. Me dolía la diferencia de trato. Yo no podía comprender que en la misma casa de Dios tuvieran preferencia los que pagaban. Tampoco entendía el rigor disciplinar, los castigos, que a veces atentaban contra la dignidad de los alumnos. Era otra época.
—De esa corta etapa de colegio ¿recuerdas algo de especial relieve?
—Sí; recuerdo que una tarde al salir del colegio, me fui al campo y, junto a la carretera, me senté sobre unas piedras. Me habían regalado una caja de acuarelas y me puse a pintar las cosas que se me ocurrían. De pronto se me acercó un anciano de aspecto pobre y barba blanca, y amablemente me preguntó: "¿qué estás pintando?". Yo le contesté: "no sé bien". El anciano entonces, mirándome fijamente a la cara, me dijo: "cosas más grandes pintarás". También me contó algunas cosas que no puedo revelar. Y se fue. Yo me quedé llorando de alegría porque me había tratado como un padre. Era muy grande el vacío afectivo de mi infancia.
Estos pequeños recuerdos y el "solemne" día de la primera comunión resumen la memoria de una vida escolar casi inexistente.
— ¿Qué sentimientos guardas de tu Primera Comunión?
— Desgraciadamente, para mí ese día fue como otro cualquiera. Mi asistencia a clase era muy irregular; apenas me enteraba de las cosas. Por otra parte, mi familia no frecuentaba la iglesia. Así ocurrió lo que tenia que ocurrir. Un día me fui al colegio como siempre. Nos llevaron a la iglesia para oír misa. Allí vi. A mis compañeros de curso más alegres que de costumbre, vestidos con el traje de primera comunión, rodeados de padres y familiares. Entonces me vi más solo que nunca, con mi ropilla de siempre y sin saber qué hacer. Cuando llegó la hora de comulgar, le dije a mi maestro que yo también quería hacer la primera comunión. El me dio permiso y sin más requisitos, comulgué. Fue la primera vez. El "día más feliz de un niño". Al llegar a casa de mi abuela le conté que había hecho la primera comunión. Mi abuela me felicitó y me dio dos pesetas. Cada vez que lo recuerdo se me llena el alma de tristeza y también de alegría, porque a pesar de todo, fue un día muy hermoso. Nunca sentí el menor rencor.
—Hace poco te oímos decir que habías estado en África.
-¿Podrías contarnos algo?
Leopoldo sonríe, recordando.
—Si. Cuando tenía once años me fui a vivir a África con mi madre. Condicionados por los trabajos que ella conseguía, estuvimos unos meses en Ceuta, otros en Tetuán y algunos más en Tánger. Seguía estando solo. Mi madre marchaba al trabajo y yo a veces hacía de canguro con alguna familia española. En los ratos libres jugaba con los niños judíos y musulmanes, y así aprendí en poco tiempo lo suficiente como para hablar con ellos en su idioma. Frecuentaba por igual la judería y la morería, y tuve ocasión de comprobar el odio que se profesan árabes y judíos. Más de una vez tuve que mediar entre ambos grupos, con lo que me gané alguna que otra paliza. Pero te aseguro que ese riesgo no me preocupaba. Era mayor mi alegría cuando lograba poner paz entre aquellos niños, educados en el odio y el desprecio. Recuerdo que en una ocasión un grupo de niños árabes me arrinconó, y uno de ellos me puso un cuchillo en la garganta gritándome: "¿eres judío o español?".Yo gritaba: "Español, español". Pero aquel dichoso niño no me hacía caso. Por suerte para mi, otro chico me reconoció, y rápidamente intervino defendiéndome: "¡Dice la verdad, dice la verdad! ¡Es español!". Si no hubiera sido por él, estoy seguro de que lo habría pasado muy mal. Y no eran mejores los niños judíos.
A mí me gustaba asomarme a la sinagoga. No sé por qué, pero me atraía más que la mezquita. Sin embargo no me dejaban entrar y observé que el Rabino dejaba de hablar cuando yo estaba presente. Si somos hijos de un mismo Padre, ¿a qué viene tanta marginación religiosa?
—Poco más de un año estuve en África. Con motivo de una revuelta independentista, mi madre, asustada, me metió en un avión y volví a Sevilla.
La personalidad de Leopoldo va fraguándose a golpes de experiencias. Duras, unas; esperanzadoras, otras. A temprana edad no tiene más remedio que tomar la soledad como compañera de camino. Moisés de Sevilla, es salvado de las aguas; escucha de boca de anciano augurios mejores: "pintarás en la vida cosas importantes"; siente en su propia carne los pecados de la Iglesia; ejercita el ecumenismo con musulmanes y judíos...
Tenía doce años cuando volvió de África. En sus cálidas arenas quedó definitivamente enterrada la vida de un niño que casi nunca pudo serlo. El niño Leopoldo se puso a trabajar como un hombre.
-Recién llegado a Sevilla, me puse a buscar trabajo. Y pronto lo encontré. La Imprenta Piñal, de la calle Granada me colocó de repartidor de paquetes. Fue mi primer empleo. Me duró solo un mes porque encontré otro apaño mejor remunerado: repartidor a domicilio en una tienda de comestibles. Hacía mi trabajo con un triciclo. Pero sólo llevaba diez días cuando, montado en él, me caí en el puente de la Puerta Carmona, con tan mala fortuna —¿mala fortuna?— que me hice daño y tuve que dejar el servicio. Después entré de aprendiz de mecánico en los Talleres de la Cruz del Campo. Finalmente, a los trece años mal cumplidos, conseguí la plaza de botones en la Cámara de la Propiedad de Sevilla. Con el tiempo, fui ascendido a ordenanza, hasta que por fin pude conseguir la plaza de conserje.
De esta manera lograba Leopoldo una cierta estabilidad laboral. Y con ella cerraba un capitulo importante de su vida, para, sin solución de continuidad, abrir el siguiente: su vida afectiva.
Juventud y madurez de Leopoldo.
Con su sueldecito asegurado y su juventud por montera, se lanzó a la calle a la búsqueda de la mujer. Tuvo varias novias. O, para ser más exactos, digamos varios ligues. En alguna
ocasión los simultaneaba. Pero declara no haber jugado nunca con los sentimientos de una mujer. Algunas de aquellas chicas con las que alternó amigablemente, eran de posición social alta... Ninguna llegó a ser su compañera definitiva.
—Me casé con Manoli, —nos dice— una mujer muy sencilla, clara como el agua clara, honesta y trabajadora, que me ha dado cuatro hijos: Reyes, Leopoldo, Mari Carmen y María Jesús.
Y con Manoli camina por la vida, ejercitando el difícil arte del amor y la mutua comprensión.
—Desde el punto de vista económico, ¿te rodaron bien las cosas?
— Veréis. Cuando decidí casarme, el sueldo que ganaba como ordenanza en la Cámara de la Propiedad, era más bien corto. Entonces, pedí una excedencia y me fui con mi mujer a Barcelona.
Comencé trabajando en los albañiles. Posteriormente me coloqué en un restaurante de catalanes. Trabajaba en la sección de charcutería y pastelería. Como la necesidad obliga, en poco más de tres meses me desenvolvía perfectamente en catalán, lo que me dio la oportunidad de incrementar mi sueldo trabajando como camarero. Afortunadamente, nuestra permanencia laboral en Barcelona no llegó al año. A los pocos meses, me llamaron de la Cámara para ocupar la plaza de conserje. Las condiciones económicas eran favorables y no lo dudamos un momento; levantamos la tienda y, llenos de alegría, volvimos a nuestra tierra.
Su sentido religioso y espiritual.
- ¿Y cuándo empezaste a sentir preocupación por las cosas espirituales?
— En Barcelona, como en ningún otro sitio, sentí el dolor de estar solo y, sobre todo, la sensación de un enorme vacío espiritual. Siempre he creído en algo superior. Esa lucha constante por el dinero, dejaba mi espíritu insatisfecho.
En mí no era nuevo ese sentimiento. Desde niño he sentido en mi interior, aunque de forma no muy clara, la necesidad y la llamada del espíritu. En el fondo, nunca me gustó el ruido, la diversión alocada... Mi alma sentía otras cosas que no lograba definir. Con todo, guardaba dentro de mí una esperanza, intuía que algo me tenía que llegar de arriba. Recuerdo que en mis tiempos jóvenes gustaba de ir solo a la iglesia. La que más frecuentaba era la de San Buenaventura y también la de los jesuitas. Por aquel entonces yo hacia por la mañana trabajos de calle para la Cámara. Y cuando tenía algún ratito libre visitaba el sagrario. Acostumbraba a entrar en la iglesia no sólo porque era de mi agrado, sino también porque sentía dentro de mí una especie de llamada... Al concluir mis rezos, tenía siempre la costumbre de besar los pies de un Cristo crucificado que estaba en el lateral izquierdo del atrio.
Una noche tuve un sueño; o mejor dicho, hice un viaje astral. Me vi en la iglesia de San Buenaventura avanzando lentamente por el pasillo del centro hacia el altar mayor. No había absolutamente nadie. Y yo decía para mis adentros: qué pena ver tan solo el sagrario. En ese preciso momento apareció la figura de Jesucristo de pie, sobre el altar, vestido de blanco y con los brazos extendidos. Mis ojos no pudieron soportar el resplandor de aquella visión; el miedo se apoderó de mí y di media vuelta con la intención de salir del templo. Abrí los ojos y cuando me disponía a caminar vi que los bancos y las paredes laterales de la iglesia se habían convertido en un grandioso graderío sin un alma. Al mismo tiempo sonaba solemne el órgano, que alguien estaba tocando. De pronto la voz de Cristo se oyó clara y diáfana: "Aunque no me veáis, estoy aquí". Cuando mi conciencia recuperó su estado normal, comprendí lo que se me había querido decir: el Señor no se daba a conocer más en la Iglesia, porque las gentes dejarían de ir a verlo, atraídas por el señuelo de la comodidad o simplemente por rutina.
En honor a la verdad, debo decir que no solía ir a misa los domingos. El barullo de las gentes me descentraba. Yo no sentía reconcomía, porque acostumbraba a oír misa cualquier día de la semana. Comprenderéis que en aquellos años mi formación religiosa era nula. Recuerdo también que no tenía especial devoción a la Virgen. Sin embargo me molestaba profundamente cualquier tipo de palabrota desagradable u ofensiva hacía Ella. Y en mi interior pedía perdón por los que la ofendían de esa manera.
LA ESCRITURA AUTOMÁTICA DE LEOPOLDO.
- Leopoldo, tú sabes perfectamente que eres conocido por tus dotes mediúmnicas de escritura automática. ¿Podrías contarnos cómo llegaste a canalizar las energías espirituales del más allá?
- No fue fácil ni rápido. Necesité de un largo tiempo de aprendizaje para convertirme en un médium capaz de canalizar el pensamiento de los Ángeles; y sobre todo para saber que eran Ángeles los que comunicaban. Pero vayamos por partes.
Al cumplir los treinta y tres años, llegó un momento en que sentí la necesidad de saber qué es la Verdad y para qué estamos aquí. Por la fe, que siempre he tenido, yo sabía que hay un Dios que es PADRE y quería a toda costa conocerlo. Y me empeñé en una oración humilde, constante y con fuerza. Al mismo tiempo, procuraba hacer obras de caridad con los necesitados lo mejor que sabía y podía, que era más bien poco. Visitaba con frecuencia los asilos y hospitales que la Iglesia tenía por entonces en Sevilla. Sin embargo, esa actividad no llenaba el vacío de mi corazón. Sentía que mi vocación no pasaba ni por los hospitales ni por las instituciones de caridad. Era otra mi misión. Sí, pero ¿cuál? La noche de un treinta y uno de agosto de un año de la década de los setenta —no recuerdo bien— estaba escuchando por la radio el partido de fútbol entre el Betis y el Peñarol de Montevideo correspondiente al Trofeo Carranza. Yo estaba en el patio de la casa que la Cámara de la Propiedad tiene habilitada para el conserje. Y mientras escuchaba la retransmisión del partido, contemplaba absorto el cielo y las estrellas... De pronto, vi pasar dos objetos luminosos con forma de suela de zapatos que se pararon justamente en la vertical de mi cabeza. Al momento, uno de esos objetos luminosos descendió lentamente hacia mí aproximándose a la altura de la azotea. Seguidamente hizo lo mismo el otro objeto. Se quedaron parados unos segundos y a continuación de forma alternativa volvieron a recuperar la altura de origen y reemprendieron la marcha. Subí corriendo a la azotea y desde allí pude ver cómo aquellos dos objetos resplandecientes se perdían por detrás de la Giralda. Aún recuerdo que se desplazaban no en línea recta, sino como si fuesen plumas que el aire mecía suavemente. Y para que no tuviera ninguna duda sobre la realidad de aquellos objetos, para que no hubiera lugar a interpretarlos como alucinaciones o imaginaciones mías, la prensa local del día siguiente dio la curiosa noticia de que el torero Curro Romero había desistido de coger el avión para Madrid al avistar desde el aeropuerto dos objetos volantes no identificados en el cielo de Sevilla.
Esta experiencia me impactó seriamente y desde el primer momento comprendí que se me quería decir algo desde fuera del planeta Tierra. Hoy sé que eran "ellos", que iniciaban el contacto conmigo para descubrirme poco a poco la misión que se me iba a encomendar.
Desde entonces, mi inquietud por la verdad se hizo aún mayor y no pasó día sin pedir que me la mostraran con claridad. No me resignaba a reducir la existencia del hombre a trabajar, hacer el amor, tener hijos y a olvidar el resto con cuatro diversiones pasajeras... ¡Tenía que haber algo más!..
— Cuando dices que eran "ellos", ¿a quién te refieres? ¿A extraterrestres, a seres de luz? ¿Quienes son "ellos"?
- Esta bobina tiene mucho hilo que cortar. Por aquella época cayó en mis manos un libro de Siragusa. Creo que se titulaba "Mensajero de los extraterrestres". Lo leí de un tirón. Y me entusiasmó la experiencia de la escritura automática. Hasta el punto que decidí alcanzar esta fantástica cualidad al precio que fuera. Sin perder tiempo, me dispuse a practicar la escritura automática por mi cuenta, sin tener a nadie que me aconsejara y corrigiera mis equivocaciones. Estuve practicando con un tesón y una constancia de la que yo mismo me admiro. Soy consciente de que no era la curiosidad la que me empujaba a practicar. Sabía que aspiraba a algo muy serio e importante. Por eso iniciaba siempre el ejercicio poniendo sobre la mesa una Biblia y un Crucifijo. Después de recogerme un momento, preguntaba: "Hermanos, ¿podéis comunicarme?, ¿podéis decirme algo?". Seguidamente dejaba la mano floja y la mente en blanco. Así durante horas, días, meses e incluso años. Hasta que llegó el momento en que la mano empezó a moverse sola y a hacer rayas, círculos, alguna vocal... Tuve la sensación de que me estaban enseñando a escribir. Tal como suena. Así, con estos ejercicios de primaria estuve emborronando montones y montones de folios... Un día, por fin comprobé que había escrito algunas palabras: Dios, Amor, Guerreros, (ésta, muchas veces) Luz, Lemura, Planeta, Habitáculo, Moradas... A salto de mata aparecía alguna frase como "Dios es Amor". Frases muy cortas. A decir verdad, yo no entendía el significado de aquellas palabras. Sobre todo me sorprendió LEMURA. Llegué a creer que se trataba del espíritu de algún japonés. Otra palabra muy repetida era MORLEN, Seres, Somos...
Una noche, serían las cuatro y media de la madrugada, estando haciendo ejercicios de escritura automática y siendo testigo mi mujer, empezaron a comunicarme con una frase bastante completa que me llenó de alegría. De repente, algo le llamó la atención a Mano1i en la puerta de cristales que teníamos enfrente. Y me dijo: "¿Tú estás viendo lo mismo que yo en esa puerta?". Miré y, efectivamente, al otro lado de la puerta, mirándonos a través de los cristales, había un rostro de facciones muy desagradables, con ojos brillantes y saltones que no se apartaban de nosotros, barba pequeña de chivo y nariz extraña... Grité:"¡Lo estoy viendo!", di un salto, tiré el bolígrafo y volando -aquello no era correr— nos metimos en el dormitorio. Más tarde, ya sosegados, mi mujer y yo interpretamos aquella extraña visión de la misma manera: un ser diabólico había aparecido ante nosotros. En aquellas circunstancias no resultó fácil conciliar el sueño.
Poco a poco nos fuimos calmando y de repente comprendí que lo sucedido había sido una prueba que debía superar. Y así fue. Al día siguiente, cogí un crucifijo y me dirigí hacia el lugar de aquella diabólica visión. Mirando a la puerta de cristales reté mentalmente al ser cuya presencia había inquietado a mi espíritu: "a pesar de todo, seguiré haciendo escritura automática". Y es que no estaba dispuesto a tirar por la borda lo que con tanto esfuerzo y paciencia empezaba ya a conseguir; no me resignaba a dejar escapar la gran oportunidad de mi vida.
Aquella misma noche recibía el primer mensaje: María Virgen, Virgen, Virgen. María, María, María... Así un folio entero. Confieso que me quedé muy sorprendido. Yo creía que me estaba comunicando con seres extraterrestres, con ovnis. Mis expectativas y mi curiosidad apuntaban hacia temas de ufología, de tecnología propia del más allá. A partir de entonces reajusté mi búsqueda, porque me estaban indicando caminos nuevos, porque me estaban introduciendo por los senderos del espíritu, más allá de las legítimas curiosidades de mi naturaleza inferior. Y ¿quiénes eran los que, con el mayor de los respetos, me estaban llevando por los nuevos derroteros del espíritu? Esa fue mi acuciante pregunta; la misma que tú me acabas de formular.
La personalidad de sus comunicantes.
- ¿Cómo llegaste a tener conocimiento de la personalidad de tus misteriosos interlocutores? ¿Sucedió algo importante en tu vida que tuviera fuerza suficiente para disipar cualquier tipo de dudas al respecto?
- Sí. Para mi fue muy importante. Yo tenia un grupo de amigos, altamente interesados por los temas ufológicos. A ellos confiaba mis experiencias y les contaba los resultados que iba alcanzando. Cuando supieron que seres del más allá se estaban comunicando conmigo a través de la escritura automática, me pidieron con insistencia ir de noche al campo con la abierta esperanza de tener un contacto con ovnis. Me pareció oportuna la idea y accedí. También yo tenía enormes ganas de contactar con seres extraterrestres para conocer, de una vez por todas, la identidad de mis comunicantes. Por expresa voluntad de mis amigos y acompañantes nos dirigimos en un coche a Arcos de la Frontera, —un hermoso pueblo de la provincia de Cádiz—. Recuerdo que era ya casi de noche cuando vi en las montañas que recortaban el horizonte, un foco de luz que se encendía y apagaba intermitentemente. Sin dudarlo un momento seguimos la dirección de la luz. Era el camino que nos llevaría a Arcos de la Frontera. Curiosamente, antes de llegar al pueblo, nos encontramos con dos jóvenes que estaban parados en la cuneta. Eran altos, rubios, con mochila y bicicleta. A todos extrañó la presencia de aquellos dos jóvenes. Detuvimos el coche y salí para preguntarles si necesitaban ayuda. Entonces uno de los dos miró a su compañero, el gesto bastó para ponerse de acuerdo, y seguidamente se dirigió a mí para decirme: "No, sigue tu camino". Volví al coche y comenté con mis amigos: "Me parece que son extranjeros". Manolo, que sabe alemán y le picaba la curiosidad, decidió hablar con ellos. Tras breves momentos regresó y nos dijo con seguridad:"Si, son alemanes; hablan perfectamente el alemán." Pero a mí me habían respondido en un castellano también perfecto. Rápidamente pensé: son "ellos". Y al mismo tiempo apareció de nuevo la luz en la montaña encendiéndose y apagándose con intermitencias hasta que se quedó fija. Como una nueva estrella de Oriente nos guiaba en el camino. Por fin, llegamos a Arcos de la Frontera. En esos momentos, yo conducía el coche. De pronto me encontré en una encrucijada y heme aquí sin saber qué dirección tomar. Mis manos estaban firmes sobre el volante, pero en ese preciso momento sentí que ya no era yo el que conducía. De forma automática, tomé la dirección de Medina Sidonia. La luz que nos guiaba, hacía tiempo que había desaparecido.
Habíamos recorrido poco más de doce kilómetros cuando frené de repente sin saber por qué. Di marcha atrás unos ochenta metros y me encontré en la carretera un letrero que decía: "Coto de caza. Prohibido el paso". Sin ser dueño de mí mismo, me metí en el camino prohibido mientras oía, más que escuchaba, las lógicas protestas de mis compañeros. A seiscientos o setecientos metros me encontré de nuevo un cruce con cuatro caminos. (A partir de entonces llamamos a ese lugar "la Cruceta". Inexplicablemente me paré en medio del cruce, invité a bajar a mis amigos y por fin aparqué el coche como pude. A continuación pedí a mis tres acompañantes hacer un poco de meditación. Por entonces no sabia en qué consistía esta práctica. Entendía que su objetivo estribaba en alcanzar un determinado estado de relajación controlando la mente. Mi intención era concentrarme al máximo para poder llamar con la mente a nuestros guías de luz. Al cabo de media hora, nos pusimos a mirar el horizonte y el cielo. Frente a nosotros había, a unos setecientos metros de distancia, tres montañas más bien bajas, que desde el "observatorio" improvisado dominábamos a la perfección. A nuestro alrededor no había más que campos de girasoles. De repente, vi sobre aquellas colinas una luz o foco que se movía como si se deslizara por una carretera, rodeando las montañas. Desaparecía por detrás y segundos después volvía a aparecer por el otro extremo. La luz estuvo apareciendo y desapareciendo durante diez minutos aproximadamente. No pudiendo contener por más tiempo mi alegría, grité a mis compañeros: "Ya están ahí, son ellos." José Luis respondió: "Imposible; eso que has visto son luces de coches que circulan por un camino en la montaña". Cada vez más seguro de mis sentimientos, añadí: "Espera un poco y te demostrarán que son "ellos". Inmediatamente apareció de nuevo el foco de luz en medio de la montaña. Era enorme; como una bola luminosa de casi un metro de diámetro, brillante, pero sin destellos. Circunstancia que aproveché para pedir mentalmente: "Si sois vosotros, hacedme repetidas veces destellos de luz". La respuesta no se hizo esperar y me hicieron de inmediato la señal que había pedido. Sobrecogido y con el mayor de los respetos, me hinqué de rodillas en medio de los girasoles y tuve el atrevimiento de preguntarles: "¿Sois Mensajeros de Dios?, ¿venís de parte de Dios?". Como respuesta comenzaron a dar fogonazos de luz impresionantes... Una, dos, tres...muchas veces. Animado por la respuesta y sintiendo en mi corazón mayor confianza, volví a preguntar: "Lo que se cuenta de Siragusa ¿es verdad?". Nuevos y repetidos fogonazos. Cada vez más entusiasmado: "¿Habrá en nuestra época cataclismos y desgracias?". Nuevas ráfagas. Hice dos preguntas más de tipo personal, a las que me contestaron dejando la luz quieta y sin destellos. Después me levanté sintiendo en mi corazón una paz inenarrable y me dirigí a los compañeros que habían advertido mi conversación con los Seres de Luz. "Hemos oído voces; tú hacías preguntas y ellos contestaban". Yo no salía de mi asombro, porque mis preguntas habían sido dirigidas mentalmente y las respuestas llegaron a mis oídos con palabras que resonaban de forma metálica. Aún estaba pensando en todo lo ocurrido cuando de repente, la luz blanca que había permanecido quieta, se elevó un poco y de su centro salieron dos luces rojas que se separaron y volvieron a unirse. Operación que se repitió varias veces para concluir en una espléndida danza, incapaz de emular la pirotecnia humana.
Mientras esto sucedía, recuerdo que pasó un motorista por en medio de nosotros sin que advirtiera nuestra presencia. Aquello no tenía lógica alguna... como tantas cosas que nos estaban ocurriendo y de las que afortunadamente éramos testigos. Poco a poco la danza fue ralentizando el ritmo hasta que el foco grande y blanco achicó sus dimensiones y desapareció entre las montañas.
La impresión de mis amigos fue tremenda. Sentimos una imperiosa necesidad de regresar. Nos metimos en el coche y no fuimos capaces de pronunciar palabra alguna hasta llegar a Sevilla.
Al día siguiente, domingo, volví solo al mismo sitio para asegurarme de la autenticidad de lo visto la noche anterior. Y pude comprobar que en aquellas montañas sobre las que apareció suspendido el foco de luz, no había ni caminos ni carreteras, ni casas que pudieran haber tenido luces encendidas. -Me reafirmé en la verdad de lo acontecido y, con toda mi alma, di gracias a Dios.
De vuelta a Sevilla, con una alegría rebosante, me encontré a un anciano caminando por el arcén de la estrecha carretera. Iba vestido de negro, a la usanza de los viejos campesinos domingueros. Detuve el coche para preguntarle hacia dónde se dirigía, cuando el anciano, con una rapidez impropia de su edad, abrió la puerta sin previo aviso y se metió dentro. Sorprendido y mirándolo fijamente le dije: "¿A dónde va vd. buen hombre?". Y me contestó: "A donde tú me lleves". "Pues yo voy a Sevilla", repliqué. "Vale", respondió el anciano, sin el menor titubeo. Reemprendí la marcha conduciendo un buen rato en silencio. Pero yo me comía de ganas por iniciar una conversación con tan extraño viajero. Sin más dilación, le pregunté: "¿Usted cree en los extraterrestres?"Pues claro —me dijo— ¿por qué no voy a creer en ellos?". Sentí en esos momentos que sus palabras penetraban dentro de mí dando solidez a mis creencias y creándome un estado de paz que me hizo sentir muy a gusto en compañía de aquel anciano.
Ya nos acercábamos a Sevilla, cuando antes de despedirnos me dijo: "No leas tanto". Entendí perfectamente que se estaba refiriendo a mis lecturas apasionadas sobre temas de extraterrestres, ovnis, etc. Acusé el golpe y, la verdad, a partir de entonces tuve muy en cuenta su consejo.
A pocos metros de la gasolinera de Dos Hermanas, el misterioso acompañante volvió a romper el silencio para pedirme por favor que le bajara allí mismo, donde lo recogerían. Cada vez entendía menos. "Pero, ¿a dónde va usted?" le pregunté. Y el anciano, siempre calmo y sereno, me respondió: "A Bollullos de la Mitación", un pueblo del aljarafe sevillano. Entonces empecé a comprender. El anciano sabía, no sé de qué manera, que yo no me dirigía directamente a Sevilla. En efecto; iba a la Isla Menor y poco después de Dos Hermanas tenía que abandonar la autopista para coger la carretera que conduce a la Isla.
Lo ocurrido en la Cruceta de Arcos de la Frontera y el misterioso encuentro con el Anciano acabó de convencerme de que los comunicados que estaba recibiendo por la vía de la escritura automática venían de Dios, o, si se prefiere, de sus Mensajeras, los Ángeles.
Sin embargo, seguía pidiendo pruebas para que mis dudas nunca arruinaran lo mucho que estaba recibiendo. Y Dios me las otorgó. Una de ellas me vino a través de la hermosa experiencia que tuvo mi hija Reyes. Pero será mejor que te lo cuente ella misma ...
Fuimos a casa de Leopoldo, que vive en un modesto barrio de Sevilla, y hablamos con Reyes, quien poco después me entregaba el siguiente escrito:
"Me llamo Reyes Cortés Molina y soy una hermana de la Luz. Mi nombre en clave es "Parte de los iluminados" y voy a contar la experiencia que tuve hace catorce años, pero que recuerdo como si acabara de suceder. Fue una experiencia maravillosa y decisiva para mi padre, que había pedido pruebas para no dudar de lo que le estaba ocurriendo.
Yo tenía siete u ocho años cuando a mi padre le estaban ocurriendo cosas muy extrañas, como la escritura automática, "transmitida mentalmente o dirigiéndole la mano". Podéis comprender cómo se sentía mi padre. El tenía que estar totalmente seguro de que era verdad todo lo que le estaban diciendo, para que cuando las gentes leyeran los mensajes, no les causara daño. Porque podrían decir:- "¡vaya con los Ángeles, las cosas que dicen!".
Pues bien; la prueba que mi padre tanto pedía, me la dieron a mí. Yo no comprendí nada y pasé bastante miedo. Ahora que tengo veintiún años, puedo decir que la experiencia fue para nunca más olvidar.
Ocurrió una noche como otra cualquiera. Habíamos acabado de cenar y nos fuimos a dormir. En aquella época, dormíamos todos en la misma habitación. Mis padres en la cama de matrimonio; mi hermana Mari Carmen, al lado de ellos, en una cunita; mi hermano Leopoldo y yo, en una litera. Frente a la cama de matrimonio, había un ropero y precisamente en aquel lugar aparecieron "ellos" aquella noche. Tenían forma humana... de luz. Una luz blanca y azulada, espléndida; pero repito, con forma humana, igual que nosotros. Distinguía claramente la cabeza, los brazos, las piernas... En cambio, no les vi los ojos, ni la nariz ni la boca. Solo la forma humana en luz y el aura, que rodeaba todo el cuerpo. Yo no sé cómo me desperté o mejor dicho, cómo me despertaron. Puedo asegurar que estaban allí, reflejados en el ropero; de la misma manera que uno se mira en el espejo. Comencé a llorar y a llamar a mis padres. Mi madre preguntó qué me pasaba, sin moverse de la cama, sin abrir siquiera los ojos.
- ¿Pero no los veis? Abre los ojos, mamá; que están ahí. Míralos, míralos, le dije. Y seguí llorando porque ni mi padre ni mi madre me hacían caso.
No sé el tiempo que estuvieron reflejados en la luna del ropero aquellos seres de luz. Creo que bastante tiempo. Después comenzaron a bajar por las escaleras de la habitación. Lo pude ver, porque las escaleras también se reflejaban en la luna del ropero. Y al instante volvieron a subir. Bajaron y subieron varias veces. Una vez, trajeron una cajita y sacaron de ella algo así como un lápiz grande, con el que estuvieron señalando a mi padre. Yo, muy asustada, no dejaba de gritar. Mis padres, que dormían boca abajo, no me hicieron ni caso. Tan solo me dijeron que encendiese la luz. El interruptor estaba a mi lado. Sin embargo, el miedo me tenía paralizada, o aquellos seres no me dejaban encenderla. También recuerdo que no llegaron a despertarse ni mi Hermanita pequeña ni mi hermano, que dormía en la cama superior de la litera.
Finalmente, no sé cómo, me quedé dormida y tan solo recuerdo que mi madre me sacó de la cama y me acostó con papá, mientras ella se iba a la planta baja.
Al día siguiente, me preguntaron qué había pasado y si había visto algo. Se lo conté todo minuciosamente y mi padre comprendió que aquello venía de los Ángeles de Dios y de la Virgen María; comprendió que la prueba que tan insistentemente había pedido, se la acababan de dar. Yo también interpreto todo lo sucedido como un regalo para mí que nunca olvidaré. Lo que no acabo de entender es por qué no vieron a estos seres de luz ni mi hermano, ni madre, ni siquiera mi padre, que fue, al fin y al cabo, quien había pedido la prueba con tanta insistencia."
La Gran Visión.
-Leopoldo, la pregunta me ha quedado suficientemente aclarada. Tus intereses son hoy muy distintos a los de antes. No es la ufología el centro de tus preocupaciones; no son extraterrestres los seres que se comunican contigo, sino auténticos Ángeles de Dios. Con todo, entiendo que los Ángeles no se comunican con los hombres para satisfacer curiosidades, todo lo legítimas que se quiera, pero, a fin de cuentas, simples curiosidades. Ineludiblemente se abre un nuevo capitulo en la historia de tu vida. Suponemos que los Ángeles se han acercado a ti para confiarte una misión. Pero ¿cuál? ¿Tienes conciencia de ello?
- Por supuesto que sí. A partir de la experiencia de la Cruceta en Arcos de la Frontera, conociendo la identidad de mis comunicantes y con la conciencia cierta de que sus comunicados eran para bien de los hombres, empecé a canalizar mensajes a través de la escritura automática para las personas que me lo pedían y mostraban especial interés. El grupo de amigos, exclusivamente sensibilizados para los temas de extraterrestres, sintieron también el deseo de tener una comunicación espiritual de los Seres de luz. Y llegaron comunicados precisos y preciosos que alimentaron el espíritu de mis compañeros y satisficieron en más de una ocasión sus legítimos deseos de conocer cosas del más allá...
Cierto día, "ellos", Mensajeros de Dios, Ángeles cuya identidad personal aún desconocía, citaron al grupo en los lagos del Pintado, a dieciocho kilómetros de Cazalla de la Sierra. A partir de aquella primera cita, nuestras marchas a la sierra fueron muy frecuentes. Nos agradó muchísimo meditar en el silencio de la noche, teniendo como testigos únicamente las estrellas del cielo y los zorros del campo. A continuación rezamos el santo rosario. Ya de vuelta, camino del Pedroso, aún en plena Sierra Morena, sentí, sin saber por qué, la necesidad de parar. Con gesto nervioso se lo hice saber al conductor. Salimos del coche y nos sentamos al borde de la cuneta. Encendimos un cigarrillo. El reloj señalaba poco más de las dos de la madrugada. Mientras fumaba, me quedé mirando la cadena de montañas que tenía justo frente a mí. De pronto, vi cómo se iba formando una pantalla enorme entre dos montañas, como de cinemascope. Inmediatamente aparecieron proyectadas sobre la pantalla, las torres del Kremlin. ¿Significaban aquellas torres el cambio que pronto experimentaría Rusia? ¿Acaso anunciaban el resurgir de una espiritualidad, largo tiempo obstaculizada por los poderes de la tierra?... Mientras hacia estas consideraciones, la pantalla desapareció y entró en escena un Anciano. El paisaje: un desierto de arenas interminable. Llevaba en la mano derecha una vara gruesa, oscura y alta. El Anciano tenía la cara de un joven con ojos maravillosos y grandes. Sus cabellos eran completamente blancos y con entradas. Tan largos, que le caían hasta la cintura. La barba, también blanca e igualmente larga. Vestía túnica color ocre y se ceñía con un cinturón de esparto trenzado, que colgaba por el costado derecho. Lo que más me sorprendió, hasta estremecerme, fue su mirada fija en mi persona. Mientras el Anciano me miraba, empecé a ver y sentir una onda vibratoria, que brotaba de su cuerpo. La onda vibratoria era pequeña-al principio y se iba agrandando mientras se aproximaba a mí. La veía y al mismo tiempo sentía su vibración. Algo o alguien debió hacerme comprender que estaba entrando en la Onda del Padre. Y mi espíritu se alegró.
Desapareció la visión del Anciano y, a continuación, vi entre las dos montañas una figura humana de perfil. Cubría su cabeza a la usanza árabe; vestía túnica blanca ceñida suavemente por un cinturón color oro que caía hacia la derecha. Se volvió de espalda, mostrando un cuerpo atlético, perfecto. Anduvo unos cuantos pasos y la túnica ondulante marcó aun más la perfección corporal de su anatomía. De nuevo entró en escena el Anciano, que se situó delante del personaje de la túnica blanca. Este se arrodilló reverencialmente ante El con las dos rodillas. Tras breves momentos, levantó la cabeza y miró al Anciano, que le devolvió la mirada con ojos de benevolencia. Y desapareció por segunda vez. El Hombre atlético se incorporó, dirigiéndose con paso firme hacia un zoco árabe donde había puestos de frutas, verduras, frutos secos, telas, alfombras ... Seguidamente fueron apareciendo por distintas calles grupos de hombres con túnicas a raya color marrón y pelo largo y rizado. Todos se fueron situando detrás del Hombre de la túnica blanca. Y lo siguieron...
Nos cuenta Leopoldo que durante esta larga visión no recibió ninguna comunicación; no le dijeron absolutamente nada. Sin embargo, quedó tan impresionado, que anduvo sonámbulo un año entero. Tenía la sensación de no estar en la tierra. No le gustaba nada de lo que suelen hacer y gustar los hombres. No le atraía ninguno de los señuelos que la imaginación y la técnica ponen a disposición del hombre. Solo tenía ganas de zambullirse en la naturaleza; recrearse en las flores, abrazar los árboles, sentir el pálpito de la vida animal, contemplar extático la herencia cromática de un sol moribundo. Y así un día y otro; una semana, un mes, todo el año. Confiesa que su espíritu no estuvo en la tierra. Durante ese tiempo fue adoctrinado y preparado en los distintos planos del astral. El hombre Leopoldo había muerto a la vida terrenal y, tras un tiempo vivido en estado de crisálida, emergía un nuevo hombre, más espiritual, para realizar la misión que se le había encomendado. "Hice un juramento en el más allá, -nos dice- dando mi conformidad a la misión ofrecida".
—Repetidas veces he pasado por el mismo sitio —sigue diciendo Leopoldo- camino del Pedroso, y jamás he logrado identificar la curva donde tuve la visión que ha cambiado mi vida. Como recuerdo imborrable. Dios ha permitido que aparezca en el dorso de mi mano derecha la señal de un pez, que en ocasiones produce escamas.
Comienza la misión de Leopoldo
- Cuando concluyó ese tiempo de barbecho, ¿a qué te dedicaste?
-Después de un año, absolutamente anómalo desde el punto de vista humano, amigos y gente conocida empezaron a pedirme mensajes particulares para ellos. Y fueron concedidos por los que ya sabía eran Mensajeros de Dios. De vez en cuando, me daban un mensaje de tipo general indicándonos con toda claridad que formáramos un grupo. El contenido de aquellos comunicados era muy denso. Mis amigos, aficionados a la ufología, no tuvieron más remedio que reconocer su origen extraterrestre. Nadie del planeta Tierra podía sacar de su propia cosecha semejantes ideas. Entusiasmados, decidimos reunimos semanalmente para comentar los mensajes que iban llegando. Ya no había la menor duda. Nuestros seres de luz no estaban dispuestos a alimentar curiosidades ufológicas. Ellos lo que querían era remover, despertar nuestras conciencias dormidas y conducirnos por el camino de la espiritualidad más auténtica.
Pasado un tiempo, nuestros Mensajeros nos invitaron a subir a la montaña. La invitación fue aceptada con la mayor de las expectativas. No olviden que el grupo era proclive a la investigación de campo sobre temas de ovnis y extraterrestres. Y de hecho, el grupo llegó a tener contactos con seres de arriba, que no eran, ni mucho menos, habitantes de otros planetas. Una noche, estábamos en Cazalla de la Sierra, vimos en el cielo una bola grande de luz, de la que se desprendían, de dos en dos, otras más pequeñas; y al llegar al número de doce formaron como una especie de aureola. En ese preciso momento, la esfera grande, luminosa, ascendió hasta desaparecer en la oscuridad de la noche. Mientras sucedía esto en el cielo, en el campo se formó una estrepitosa algarabía de rugidos de animales. Finalmente y casi de repente, se hizo un gran silencio.
Poco a poco y bajo la dirección sabia y segura de nuestros comunicantes el grupo se constituyó en hermandad. Y fue bautizada con el nombre de "Hermandad de la Luz en la unión con el Señor". El símbolo que nos identificaba era un medallón de plata cuyas características fueron dictadas por nuestros Mensajeros. La medalla la llamamos CARTION. Nombre dado igualmente por ellos y cuyo significado me lo reservo.
Así, paulatinamente, mi tiempo libre se fue polarizando en el trabajo de la escritura automática y en la atención al grupo.
Las pruebas de Leopoldo.
Con todo, las cosas no iban a rodar con la facilidad que yo me prometía. De hecho, el juramento que hice en el astral exigía de mí la superación de determinadas pruebas. Pruebas que curtirían mi espíritu y me capacitarían para cumplir la misión que se me había encomendado. Pruebas de todo tipo: materiales, espirituales, afectivas... muy duras; pruebas que estuvieran a punto de invalidar mi compromiso, si mis guías espirituales no me hubieran echado una mano. Contaré algunas y omitiré otras, muy importantes, por respeto a la intimidad de las personas afectadas.
A instancias de mi mujer, en avanzado estado de gestación, pedí a los guías un mensaje para mis hijos. Recibimos pronta contestación. Resumo sus palabras con la frase que más nos impactó: "de tus cuatro florecillas nos quedaremos con una". Por aquellas fechas teníamos tres hijos más el que estaba a punto de nacer... Y nos nació nuestro cuarto hijo. Era una niña preciosa en todo el sentido de la palabra, que murió a las pocas horas de nacer. Pero Dios no permitió que se me fuera sin verla. La imagen de su cara en mi mente es presencia vivida, real, luminosa. La llevaban desde Urgencias hacia un ascensor cercano, junto al cual yo estaba esperando noticias. Entonces mi hija volvió la cabeza hacia mí y, ante la sorpresa de todos, me siguió con la mirada hasta que la puerta del ascensor me la arrebató para siempre. Desde aquel momento supe que la niña se había despedido de su padre.
El médico me pidió autorización para hacerle la autopsia. "Así, me dijo, podríamos conocer la causa del fallecimiento". Le rogué que no lo hiciera. Muy dentro de mí, yo sabía por qué los Ángeles se la habían llevado.
Se acercaban los días de Navidad. El grupo, que empezaba a demostrar gran confianza en los mensajes y en los Mensajeros, solicitó mis servicios de médium para pedir a nuestros Seres de Luz tuvieran a bien decirnos el número del premio gordo de la lotería de Navidad. Yo sabía que nuestros comunicantes pasan olímpicamente de los afanes de la materia y mucho menos les gusta hablar del dinero. Sin embargo caí en la tentación de pedir el dichoso numerito. ¡Y me lo dieron! Eso sí; con una condición. Deberíamos comprar solo un décimo para todo el grupo. Te puedes figurar lo que hicieron aquellos hombres, comidos de problemas y lógicas ambiciones humanas, sabedores del número sobre el que recaería el premio gordo. Su fe era enorme. Buscaron el número por toda España. Y lo encontraron en Aragón. Y... debilidad humana, se gastaron el manso y un poco más. ¿Quién desaprovechaba semejante oportunidad a pesar de la advertencia? Dos días antes del sorteo, los de arriba me hicieron una comunicación. Reuní al grupo, pedí un folio y escribí en él un número. Doblé el folio y lo metí dentro de un sobre que cerré cuidadosamente. En el espacio del remitente dibujé un círculo, coronado de una Cruz. Mostré en alto el sobre y exigí tajantemente que lo abrieran después del sorteo. Se pueden ustedes figurar lo que pasó. El número que escribí e introduje en el sobre fue agraciado con el segundo o tercer premio —no lo recuerdo bien—. Y porque la delicadeza de nuestros Seres de Luz no tiene limites, al número por el que avariciosamente apostamos le tocó el reintegro. Así, nadie quedó sin recuperar lo mucho que jugó. La lección estaba dada. No hay que ambicionar los tesoros de la tierra. El Evangelio sabe mucho de eso. Lo que yo no puedo asegurar es si la lección se aprendió de una vez para siempre.
A lo largo de estos años, también he debido superar mis dudas. No es que haya dudado de Dios ni de sus Mensajeros, cuyos mensajes canalizo a través de la escritura automática. Pero los resultados de algunas experiencias sufridas me han hecho dudar. Es más; hasta en los viajes astrales, que suelo tener con frecuencia, he sido tentado. Por ejemplo; no entiendo que algunas cosas me salgan mal, cuando estoy en constante relación con los Seres de Luz. Y es que de vez en cuando me borran el recuerdo de todo lo experimentado para comprobar hasta dónde llega el peso de mi materia.
Recuerdo que en un viaje astral pusieron delante de mí tres caminos. El de en medio era recto, llano, cómodo, agradable; el camino de la derecha se me ofrecía con un paisaje espectacular, ofreciéndome una casa chalet espléndida. Finalmente, el tercer camino, a la izquierda, era empinado tortuoso, resbaladizo, difícil. Los tres caminos aparecían ante mi vista con un realismo tremendo. Había que escoger. Afortunadamente supe elegir el que más incomodidad y peligro tenía. Inicié la subida. Varias veces resbalé y otras tantas tuve que reemprender la subida. Después de varios intentos infructuosos, decidí volver atrás. Entonces apareció en lo alto una nave espacial desde la que me tiraron una especie de caramelos con la inscripción "made in Spain". Probé uno y estaba amargo. Los Seres de la nave se quitaron la escafandra que les cubría el rostro y sonrientes se despidieron de mí, haciendo gestos de adiós con las manos.
De momento no supe el significado. Tiempo después tuve oportunidad de revivir la experiencia en la realidad terrestre. Esta vez sí tomé conciencia de lo que me querían decir.
En el presente, cuando veo los enfados y las desilusiones de los Hermanos de la Luz, porque después de una salida a la montaña, repleta las alforjas de ilusiones y promesas de los Ángeles, regresan a sus casas sin haber visto ni sentido absolutamente nada, recuerdo en paz y sonriente, las muchas jugarretas que a mí me hicieron. Es el tiempo de la prueba. Es el tiempo de experimentar una pedagogía que enoja porque con demasiada frecuencia rompe los cánones de la lógica humana.
Hay Hermanos que reconocen con sencillez que a veces sienten miedo. El mismo que yo he sentido en multitud de ocasiones, porque he tenido que subir a la montaña absolutamente solo. Había que superar las pruebas del miedo. Un día me dije: "A cabezón no me ganáis". Cogí el coche y una vez más me dirigí a la sierra. Atardecía. Me senté en una peña desde donde podía contemplar un horizonte ancho, muy ancho y enrojecido por un sol moribundo, y vaguadas profundas de una vegetación exuberante. Me fumé un pitillo tranquilamente. Me levanté y alzando las manos y los ojos al cielo grité: "¡Aquí estoy! ¿No queréis contactar conmigo? Pues aquí me tenéis. Hacedlo ya de una pajolera vez". Al instante, vi ascender por la vaguada una sombra que se agigantaba por momentos. Sus rasgos eran inequívocamente humanos... No sé quién tuvo más miedo: si el que lo cuenta o el coche que voló hacia Sevilla, donde me dejó descompuesto y sin capacidad de reacción. Las pruebas del miedo, aún no habían sido superadas.
Leopoldo, un hombre asistido por Seres de Luz.
— Supongo que no todo serían dificultades a superar. Alguna vez tus guías y asesores celestes te darían pruebas evidentes de su presencia y ayuda. ¿Recuerdas algunas?
- ¡Por supuesto! Una mañana, al despertar, vi sobre la mesilla de noche una extraña piedra redonda. Era parecida a una bola de cristal, brillante; de color gris, por una parte; oscura, por la otra. Estoy convencido de que fue un regalo de mis guías; una auténtica materialización. Comprendí que se me daba aquella piedra para utilizarla. A través del cristal gris oscuro he visto cosas maravillosas: montañas, prados, abismos, volcanes... el universo entero. Con la bola de cristal he curado, he tenido precogniciones... Es un regalo abierto a mil usos, cuyas posibilidades voy descubriendo poquito a poco.
De otras mil formas he sentido la ayuda de los Ángeles de Dios. Al menos en dos ocasiones se me han materializado. La última vez no hace mucho. Trabajaba en la Cámara de la Propiedad. El trasiego de personas pidiendo información y las llamadas de teléfono son continuas. Se me acercaron dos personas. De forma rutinaria y casi sin mirarlos les pregunté: "¿Qué desean ustedes?". Eran jóvenes y vestían cazadora y pantalón vaqueros. Uno hablaba y el otro permanecía en silencio. — En la Cruceta de Arcos de la Frontera me sucedió lo mismo con aquellos dos "alemanes"—. Cuando hablaban entre sí, no les entendía absolutamente nada. Me parecían sonidos guturales muy seguidos. De pronto, uno de ellos me enseña un papel escrito y me pide información sobre "contratos". Alargo la mano y recojo la hoja escrita y me dispongo a leerla. Allí no había nada que hablara de contratos. Era una comunicación dirigida a mí directamente. De momento no puedo revelar lo que me decían. Tan solo puedo adelantar que hacía referencia al actual grupo de Hermanos de la Luz. Inmediatamente les pregunté muy azorado: "¿Quiénes son ustedes?" Los jóvenes se miran, hablan entre sí con sonidos ininteligibles y se ponen de pie. Simultáneamente se desabrochan la cazadora vaquera y muestran un cinturón rematado en una hebilla de grandes dimensiones. Su forma era oval. Tenía grabada en relieve muy pronunciado la figura del Sagrado Corazón de Jesús. La hebilla era de oro, el fondo de nácar, y azul la túnica del Sagrado Corazón. Seguidamente señalaron con el dedo la imagen de Jesús mientras me decían en un castellano diáfano: "Somos sus Mensajeros. El lo puede todo. El abre todas las puertas. Nada se le puede resistir". Dieron media vuelta y, conforme salían, se volvieron hacia mí para decirme: "sigue informando". Y sin más, se fueron. De nuevo, el ruido del teléfono, llamando insistentemente, y el constante ir y venir del público me devolvieron a la realidad cotidiana. Durante el tiempo que duró la visita de aquellos dos personajes misteriosos, ni sonó el teléfono ni nadie se acercó a recabar información.
En otra ocasión, pinché una rueda. Era de noche, llovía a mares y no llevaba rueda de repuesto. Los familiares que venían conmigo me increparon con ironía hiriente: "a ver si ahora te echan una manita esos seres maravillosos con los que te pasas hablando todo el santo día". Cuando terminaron de decir lo que les vino en gana, apareció un coche y paró junto a nosotros. El conductor bajó un poco el cristal de la ventanilla y preguntó: "¿qué? ¿Han pinchado? Esperen un momento". Se bajó y con la misma rapidez que lo hacen en las carreras de Fórmula—1, nos puso una rueda nueva, que sacó no sé de dónde, dejando la vieja al lado. Fue todo tan rápido que ni nos dio tiempo para salir del coche y ayudarle. Al concluir tan veloz y generoso servicio, se alejó sin decirnos nada. Los incrédulos quedaron mudos y no se atrevieron a hacer ningún comentario... Nadie es profeta en su tierra; y mucho menos entre los suyos.
Pasado el tiempo, volvieron a las andadas. Hasta el punto de que yo empezaba a sentirme molesto por tanta incredulidad. Mi madre y mis tíos eran los peores. Sucedió que cierto día de lluvia, estando todos juntos en una casita que antaño teníamos en la Urbanización "La Hermandad' de la Isla Menor sentí algo extraño dentro de mí que me hizo decir: "hoy vais a tener una prueba más". De repente, apareció en el horizonte, cerrado por la lluvia, una luz intensa que se fue acercando hacia nosotros. Iluminó completamente la casa y sus alrededores y en un instante dejó seca la zona iluminada. Desde entonces, la parte incrédula de mi familia dejó de molestarme.
Mis experiencias eran tan numerosas que no necesitaba más pruebas. En cambio, a los que me rodeaban les eran muy útiles, para ir venciendo sus muchas dudas.
Los primeros grupos.
Con el paso del tiempo, nacieron dos nuevos grupos: el de Cantillana y el de Bollullos del Condado. Cuando escribo estas páginas, la situación es la siguiente: el primero, llamado grupo del estanco, sobrevive a medio gas, aunque siguen reuniéndose asiduamente todos los jueves. El grupo de Cantillana está prácticamente acabado. Ellos sabrán por qué. Para los Ángeles de Dios, solo cuenta el espíritu. Por último, el grupo de Bollullos del Condado sigue adelante, aunque nada concreto sabemos de él. De entre ellos ha surgido un auténtico médium que ha descargado un poco la tarea de Leopoldo, hoy centrado exclusivamente en la "Hermandad de la Luz". "Esta Hermandad de Sevilla tiene hoy más de doscientos miembros de toda edad y condición social; goza de muy buena salud y las perspectivas de crecimiento son insospechadas. Los Ángeles de Dios han encomendado a esta Hermandad sevillana la tarea de escribir tres libros. El primero es ya ilusionante realidad. Y esperamos despierte conciencias dormidas y encamine a los hombres por los senderos del espíritu.
Leopoldo es David.
Vamos a terminar este primer capítulo de una manera excepcional. Porque excepcional, dentro de la sencillez, es la figura de Leopoldo.
Todos los hombres tenemos escondida nuestra auténtica personalidad espiritual. La psicología nos puede dar el perfil psicosomático de un ser humano; pero el perfil espiritual, aquello que lo constituye en imagen y semejanza de Dios, rebasa las posibilidades de la psicología y de toda ciencia humana.
Pues bien; los Seres de Luz, los Ángeles de Dios, que han preparado minuciosamente a Leopoldo para cumplir una misión puntual y delicadísima, van a revelarnos un poco ese perfil espiritual, esa dimensión oculta que poseemos todos los hombres. La ecografía, la resonancia magnética del espíritu de este hombre sencillo y marginal, arroja el siguiente resultado: Leopoldo es DAVID.
En un comunicado dirigido a su hija Mari Carmen, Lemura habla así de Leopoldo:
"... tú eres pétalo (la hija) de un tronco (el padre) que jamás se pudrirá; de una rosa (la madre), que vivirá siempre en paz. Olores daréis que, si muchos huelen, jamás los olvidarán". (Lemura, 27.1.93).
Vaya pues, por delante el primer rasgo: la salud espiritual de este hombre es inquebrantable, y el "buen olor de Cristo", que debe exhalar todo cristiano, es en Leopoldo aromas cuyos olores jamás podremos olvidar.
Leopoldo es David; y David es Oriente, rosa de los vientos, estrella polar para los Hermanos de la Luz. El antiguo conserje de la Cámara de la Propiedad sevillana es un hombre confirmado en gracia, para que a su vez confirme a los hermanos más débiles. Para los momentos de desorientación, David será el norte certero que marque el rumbo a seguir. Para tiempos de debilidad y cansancio, el pequeño David dará firmeza y confianza.
"Sí, David es Oriente. Te confirmamos para que confirmes". (Azmiel, 23.2.93).
"En David está la señal del que puede orientar".
(Azmiel, 27.2.93).
Zola define la esencia espiritual de Leopoldo como la de un "visionario de la Verdad, que como muchos será perseguido, mas no alcanzado". (Zola, 17.9.92).
Frente a la entereza de David, está la debilidad del hombre Leopoldo. Llevamos más de un año conviviendo y conocemos las reacciones de este hombre, que sufre lo que no está en los escritos cuando el comportamiento de los Hermanos de la Luz no raya a la altura de las circunstancias. David será perseguido, incomprendido, amenazado, pero jamás alcanzado ni hundido:
"Por favor, por caridad, ayudadme a caminar, que un peso ahoga mi alma; mi materia está enferma; ya no puedo más. Vivir en la tierra es infelicidad" (Lemura, 22.2.93).
Leopoldo—David es un hombre asistido por Ángeles de Dios; muy en especial por Lemura. En esta asistencia de lo alto radican sus convicciones, la verdad de sus mensajes y la integridad de su conducta.
"Tú verás la luz del amor, sentirás las vibraciones de los Ángeles, el viento acariciará tu rostro y olores que subliman te llevarán al éxtasis profundo."
"Sentarás tu materia en lugares del Espíritu y entrarás en diálogos con los que guardan las estrellas. En la verdad comprenderás qué pocas cosas interesan de la tierra. Volverás a tus orígenes y tendrás un solo pensamiento: desearás volver al lugar de tu esencia. Y bien comprenderás que como parte vital de la creación, eres operario de la paz, la felicidad y la vida eterna." (Azmiel, 12-19, 2.93).
El miércoles 2O de enero de 1993, cuando Leopoldo dialogaba con el director del programa de radio en el que ofrecía su generosa y desprendida colaboración, se sintió arrebatado por la presencia espiritual de Lemura y a través de las ondas se dirigió a los autores de este libro en los siguientes términos:
"Tenéis un eslabón de esa cadena de espiritualidad ... os digo esto para que terminéis lo que está en proyecto... Lemura y yo estamos muy unidos, sólo me manda estos mensajes. Yo he visto a Lemura. A mi me ha hablado Lemura. Hace dieciocho años que estoy en contacto con él... Lemura sigue dándome mensajes: unos, con claridad; otros... yo no sé lo que quieren decir... Y llegó un tiempo en que pedí una prueba; una prueba que estaba necesitando."
La prueba se le concedió. Nos la contó su hija Reyes. La aparición real de unos Seres de Luz en el dormitorio, donde dormían el matrimonio y sus hijos. Leopoldo recuerda que tanto su mujer como él estaban despiertos; pero no podían hacer nada. Y sigue la comunicación por la radio:
"Uno de esos Seres de Luz era Lemura. Entonces empecé a tomar conciencia de todo esto. De verdad. Yo le decía: por favor, que lo que me está ocurriendo sea auténtico; y si debo meterme de lleno en esta misión, que sea realidad y no fantasía de mi mente. Porque no quiero dañar a nadie; no quiero engañar a nadie... Yo buscaba la verdad constantemente y con humildad... Cuando cumplí treinta y tres años me vino algo maravilloso. (La Gran Visión). Y por eso te digo que Lemura es mi principio y será mi fin".
Y DAVID ES UNO DE LOS NUESTROS.
El dieciséis de abril, viernes de Pascua de Resurrección de 1.993, Manuel, uno de los tres guías, antes de que se comentara el último mensaje recibido, se leyó al Grupo de hermanos una comunicación que Leopoldo había humildemente demandado el día 29 de marzo del mismo año. Es muy frecuente que Leopoldo no se entere de lo que los Ángeles le dicen en el momento en que se produce la escritura automática. Cuando leyó el comunicado, sintió mucho rubor. Todos somos sabedores de que la modestia y la sencillez son el mejor atuendo de este hombre. No sé por qué, Leopoldo entendió que no debía entregar el mensaje. Y se lo dio a Manuel, rogándole no lo leyera todavía en público.
Manuel, aprovechando la ausencia de Leopoldo, decidió leerlo aquel viernes de Pascua. Y mientras lo iba leyendo, los autores de estas páginas observaban el llanto de una Hermana de la Luz, muy poco proclive al lagrimeo. Nos extrañó. Pero esta mujer, como todos los Hermanos que habían subido al "Círculo Blanco", estaba bajo promesa de un corto y comprensible silencio.
Cuando pudimos hablar, nos dirigimos a ella y le preguntamos. "Loli, ¿por qué llorabas aquella noche?". Y nos contó que había tenido un sueño, con típicos aderezos de viaje astral. Había visto en un amplísimo salón celestial —aquello no podía ser una proyección terrestre— a nuestros Seres de Luz, Ángeles Lemura, Zola, Oxival, Azmiel y Azmanael, reunidos en solemne asamblea bajo la presidencia de Seres de Luz Superiores. Y entre 1os Ángeles amigos y Mensajeros del Grupo se encontraba Leopoldo. No pudo ver más. La visión se había desvanecido. Su visión coincidía o completaba gráficamente el mensaje que Manuel estaba leyendo. Comprueben.
"Decimos que David tiene nuestra autorización para atar y desatar y detener el tiempo que él estime oportuno. El conoce bien la programación hasta el año 99. David puede hacer y deshacer; informar y orientar; señalar o callar. En su señal él es señalado, acrisolado en la onda sublime del Padre Eterno. Su misión es ordenada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Lo que David diga y haga, queda dicho y hecho. El ya vio, ya estuvo, fue informado, fue preparado, fue probado, fue lanzado, fue tocado en plenitud. ES UNO DE LOS NUESTROS."
"Algunos de vosotros algo sabéis. Pero estáis muy lejos de la realidad. David bien sabe cuándo podéis o no podéis; cuándo estáis o no estáis; cuándo pensáis o no pensáis; cuándo amáis o no amáis; cuándo vibráis o no vibráis; cuándo estáis en Luz o carecéis de ella. Cuando David desea, nuestro es su deseo. Cuando David quiere, nuestra es su voluntad. Paz para todos."
Oxival, Zola, Azmanael, Azmiel y Lemura. (29.3.93).
Más recientemente, a finales de junio de 1.993, Leopoldo pidió consejo a Lemura para saber lo que tenía que hacer con un mensaje recibido por algunos Hermanos a través del procedimiento de la vasografía. El 13 de junio recibía esta contestación:
"En estos momentos tú decides. Puedes hacer lo que creas más conveniente. Sutilmente y con gran educación puedes aconsejar. Eres, y bien lo sabes, en ese vuestro tiempo el único que estás ahí abajo; el que recibe y conoce la Programación EXIÓN. Puedes atar y desatar.
Te saludamos y confirmamos tus deseos".
(Lemura, 22.6.93).
Desde julio de 1.993 David firma comunicados juntamente con nuestros Seres de Luz.
Nos tememos que algún lector, bien intencionado, pudiera deducir de la lectura de estos mensajes consecuencias no exactas y que no podemos aceptar de ninguna de las maneras. "¿Acaso de la lectura de estos textos no se desprende que ha aparecido en Sevilla una nueva secta?". Estoy de acuerdo con usted en que hay dos características emblemáticas en todo grupo sectario: el culto a la personalidad del líder y el holocausto generoso de la razón a sus mínimos deseos y voluntad. También hay dos principios constituyentes de la Hermandad de la Luz, de los que hablaremos extensamente en los próximos capítulos: la no existencia de líder y el respeto más absoluto a la libertad de los Hermanos.
Entonces, nos dirán, ¿cómo podemos compatibilizar con esos principios, la fuerte pintura de la personalidad de David, los excepcionales atributos que la dibujan y la omnímoda autoridad que le conceden para el ejercicio de su misión?
El mensaje nos insta, en primer lugar, a poner en activo el espíritu de discernimiento. Uno es Leopoldo, hombre entre los hombres, con evidentes signos de humanidad, que nos libera de la tentación de rendir culto al líder, y otro es DAVID, Espíritu encarnado, en íntima comunión con Seres de Luz, Mensajeros de Dios y "uno de ellos", "el único que está aquí abajo", llevando a feliz término la Programación EXION. Estos Seres han dotado la humanidad de Leopoldo con cualidades superiores y lo han legitimado para una misión espiritual, muy preocupante. Misión, cuyos orígenes se remontan al mismísimo corazón del Padre y al compromiso histórico de María, Madre y Virgen, la Mujer fuerte y alada en permanente y victoriosa dialéctica con la Bestia del Apocalipsis.
David nos invita a la confianza y a la natural obediencia a la voz de los Ángeles, Mensajeros de Dios. Lo que ocurre es que siendo* protagonistas de una experiencia, auténticamente religiosa, con frecuencia se nos pide el holocausto de nuestra lógica humana, engreída y autosuficiente. Pero nunca, por imperativo de una voluntad exterior a nosotros que se nos impone, sino por el dulce susurro insinuante y convincente del sentimiento, del corazón, que nos dice: caminad hacia la Verdad por los senderos inusitados del Amor. Y es que tenemos la impresión de que la experiencia religiosa, inicialmente es irracional. Y luego, como el amor es difusivo por sí mismo, de la abundancia de nuestro corazón en la onda del Padre, habla la boca, que siempre debe estar presta a dar razón de la Esperanza.
El conocimiento lleva al amor; y el amor presiona sin cesar para conocer mejor a la persona amada. De igual manera, el entendimiento busca la fe; y la fe busca el entendimiento para comprender mejor las propias creencias.
Este es el hombre. Y sobre él gravita una misión que dará mucho que hablar. Una vez más se pone en juego la pedagogía divina: "... hermanos, fijaos a quiénes os llamó Dios: no a muchos intelectuales, ni a muchos poderosos, ni a muchos de buena familia; todo lo contrario: lo necio del mundo se lo escogió Dios para humillar a los sabios; y lo débil del mundo se lo escogió Dios para humillar a lo fuerte; y lo plebeyo del mundo, lo despreciado, se lo escogió Dios: lo que no existe, para anular a lo que existe, de modo que ningún mortal pueda engallarse ante Dios." (1 Cor.1 26-29)
Este es Leopoldo. Así es nuestro Hermano DAVID.
CAPITULO II
ANGELES DE DIOS FUNDAN EN SEVILLA LA HERMANDAD DE LA LUZ
Antecedentes históricos.
Hemos tenido mis dudas a la hora de poner titulo a este capítulo. Sencillamente, porque en Sevilla el término "hermandad" tiene connotaciones muy precisas. La Hermandad que en 1992 fundan en Sevilla Ángeles de Dios, no tiene relación alguna con las Hermandades y Cofradías sevillanas, tan vinculadas a la idiosincrasia peculiar de nuestro pueblo.
Nuestra Hermandad nace de una iniciativa especial de Dios y es realizada directamente por sus Ángeles. Comprendemos la cara de extrañeza que puede poner usted al leer estas líneas. Pero ni podemos ni queremos enmascararlas. Es así; aunque el libro vaya dirigido a hombres de una sociedad secularizada, indispuesta para consumir energías en explicaciones que rebasen las tejas de su propia casa. Solo esperamos del lector libertad de pensamiento, ausencia de prejuicios, amplitud de miras y sencillez de espíritu... y un poquito de respeto para quienes creemos no estar enajenados ni ser víctimas de proyecciones mentales subjetivas. El libro es testimonial; y como tal supone unos acontecimientos, unos testigos y ganas de dar testimonio de lo acontecido.
Los Hermanos de la Unión en el Señor.
La Hermandad de la Luz tiene sus antecedentes en "Los Hermanos de la Unión en el Señor". Formaban estos Hermanos un grupo de amigos, de auténtica sensibilidad religiosa, muy interesados en la investigación OVNI y en los conocimientos de una posible tecnología superior de seres extraterrestres. Según ellos, tenían un especial compromiso de silencio. Consecuentemente, interpretaron el grupo como algo cerrado a la curiosidad y las influencias de fuera. Pasado un cierto tiempo, los Ángeles dejaron de comunicar. No sé por qué razones. No obstante, siguen reuniéndose semanalmente, comentan los comunicados recibidos, rezan el santo rosario y hacen peticiones de gracias. Por su parte, Leopoldo consideró cumplido el tiempo entre estos amigos, y guiado por sus Seres de Luz, emprendió la tarea de organizar un nuevo grupo, centrado exclusivamente en la evolución del espíritu, para poder cambiar los signos malditos de unos tiempos que huelen a Apocalipsis purificador.
La Noche Bruja.
Eran días del mes de octubre de mil novecientos noventa y uno. Leopoldo había sido invitado a "La noche bruja" de Radio Meridional; un programa de cierto talante esotérico, que se emitía la noche de los domingos. En él participaba un sanador que tenía conocimiento de la capacidad mediúmnica de Leopoldo. Y en cuanto tal fue invitado. A lo largo del programa iba animando al público radioyente a que solicitara mensaje de lo Alto, para edificación y estímulo de los interesados.
Así empezó todo. Una chica, para los amigos Paqui Eva, "altanera de espíritu y con una formación muy de su tiempo," a juicio del Ángel comunicador, pide un mensaje personal, que se le remite casi "a vuelta de correo". Se le dice que "no busque allí donde nada ni nadie le puede dar", y le dan un consejo "para su evolución espiritual: camina en la verdad, ten humildad, no digas ni hagas lo que en tu mente pueda dañar; el camino de la luz sublime es sencillo... entiende que tus amores han sido sublimados... No debes preocuparte; es la ley, es el karma. Jamás se puede cambiar... Que la paz invada vuestros corazones". Y le firma con letras gigantes "OXIVAL".
Su entusiasmo es indescriptible. Y va a contárselo todo a su amiga Reyes, pintora, y hoy Hermana de la Luz. Reyes, intuitiva y adicta a la meditación, presiente que algo grande va a pasar. Presentimiento que viene avalado por lo que a ella misma le acababa de ocurrir.
Una visión color naranja.
Su pintura fue siempre realista, hiperrealista diría ella; de colores vivos y bellos, delicadamente combinados. Un día estaba haciendo un ejercicio de meditación sobre el "maestro interior" cuando tuvo una visión de color naranja. De repente, sintió un impulso irresistible y en el estado meditativo o alfa en el que se encontraba pintó un cuadro impresionante, absolutamente distinto a todo lo creado con anterioridad.
Representaba el rostro de una persona mayor, con barba y con una mirada picara y alegre que se te metía dentro del alma. El colorido era del todo original: una combinación radiante de tonalidades blancas, amarillas y anaranjadas. La realización del cuadro no duró más de veinte minutos. Una obra, que en situación de normalidad le hubiera ocupado bastante más tiempo.
Cuando llegó su marido, quedó atónito contemplando el cuadro; y con un cierto sentimiento de temor o sobrecogimiento le dijo a su mujer: "Mira, niña, mejor sería que volvieras a tu pintura habitual de paisajes, flores y casas". Es que Paco, tal es su nombre, había sentido algo tan extraño, que no logra aún ponerlo en pie.
La noche siguiente, siempre en sueños, se le presentó a Reyes, nuestra pintora,- el personaje del cuadro y le dijo cuál era su nombre, despidiéndose de ella con estas palabras: "te quiero". Desgraciadamente, al despertar no pudo retener el nombre de este extraño ser, tan simpático y jovial, a pesar de sus muchos años. . .
A los pocos días de todo lo ocurrido, se sintió triste y con una sensación de vacío interior muy fuerte. Por fortuna, —ya lo hemos dicho- Reyes tiene un recurso de tipo artesanal pero de eficacia contrastada para superar circunstancias negativas: la meditación. Se retiró a su lugar preferido, se recogió, entró en estado alfa, siguiendo técnicas "zen", largamente experimentadas por ella. Una vez aquietados los sentidos, ancló su espíritu en la presencia del Padre... Y con la confianza y sencillez de un niño pidió una señal que la reconfortara y la sacara del bache. Momento crucial que desencadenó una serie de pequeños acontecimientos, hábilmente entretejidos por los de arriba, y que produjeron la urdimbre más adecuada para el nacimiento del nuevo grupo. Sin olvidar que algunos problemillas personales entraron en vías de solución.
Es el momento en que aparece su amiga Paqui Eva, le lee su comunicado recién llegadito de las estrellas, contempla, admirada, el cuadro del inquietante personaje bañado en luz anaranjada, caído de la "séptima dimensión", y concierta con el director del programa "La hora bruja" una entrevista para Reyes. La pintora explica la desconcertante génesis de su cuadro. Al domingo siguiente, difunden por las ondas de frecuencia modulada dicha entrevista y por tal motivo acude a la emisora de Radio Meridional. Allí se encuentra con Leopoldo y con una hermana, interesada en temas de sanación espiritual.
Publicado por Rafael en 13:26
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Publicado por Rafael en 12:06 0 comentarios
lunes 15 de septiembre de 2008
El retorno de la Luz
Publicado por Rafael en 10:04 0 comentarios
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